El
teletrabajo como formato impuesto repentinamente por la pandemia, las
aplicaciones como ámbitos crecientes de fuentes de empleo y las tareas de
cuidado como centro de la vida cotidiana producto de la suspensión de clases o
la reducción de la vida social son apenas algunos aspectos que atravesaron las
condiciones laborales de los últimos tiempos y la abogada laboralista María
Paula Lozano y la historiadora Victoria Basualdo analizan los ecos y alcances
de estas transformaciones en el acceso al trabajo y el desarrollo laboral de
las mujeres y las disidencias.
En el marco del Día de las y los Trabajadores,
Télam convocó a estas dos pensadoras y militantes para indagar cuáles son los desafíos
para pensar el panorama laboral, qué medidas
imponen las desigualdades que fueron visibilizadas y profundizadas con la
pandemia al asumir más tareas de cuidado y qué retos impone esta coyuntura para
la implementación de políticas públicas que busquen intervenir y modificar
estructuras de precarización.
"La pandemia tuvo un efecto impactante en
el campo de las relaciones laborales, que fue estudiado desde una gran cantidad
de perspectivas y desde diversos campos, utilizando distintas herramientas,
aunque todavía creo que no tenemos una dimensión cabal de sus alcances, para lo
cual se necesita tener una mayor perspectiva, difícil cuando aún estamos
transitando este tiempo. La pandemia tuvo además un efecto acumulativo con
otros procesos, como las políticas de gobiernos de derecha en la Argentina y la
región", señala Basualdo.
Para la investigadora del Conicet y del Área de
Economía y Tecnología de Flacso, "en la Argentina, con las políticas
desplegadas por el gobierno de Mauricio Macri entre diciembre de 2015 y 2019 y
los intentos de reforma laboral que intentaron profundizar, amplificar y
expandir algunas de las tendencias más relevantes de precarización que habían
ganado terreno en el largo plazo, persistiendo aún en etapas de cambios
progresivos del mercado de trabajo y de revitalización sindical".
En tanto, Lozano, también socióloga y una de las
compiladoras del libro "Derecho laboral feminista" (Mil Campanas), asevera que "durante la
pandemia hubo crisis de los cuidados que tienen que ver con las tareas
reproductivas, realizados en su mayor parte por mujeres" e identifica cómo
la falta de un sistema integral de cuidados impacta en el desarrollo de esas
tareas que "son imprescindibles y no están reconocidas como trabajos salvo
cuando se tercerizan y actualmente son realizadas por los hogares y
especialmente mujeres y disidencias".
"La división de roles, donde desde un punto
de vista binario a las mujeres se les asignó el trabajo en el hogar y al varón
el de proveedor que se desempeña en el ámbito público, sigue formateando
relaciones sociales y especialmente la normativa laboral, que continúa
basándose en esas premisas", apunta la abogada y cita la Ley de Contrato
de Trabajo que es "la norma general para el empleo privado, y regula
también a cierto sector público, y reconoce dos días de licencia para el padre,
sin adecuarse a lo que se ha avanzado en igualdad de género, por ejemplo".
¿Cómo
impacta esta desigualdad en el día a día?
"Se
calcula que las mujeres trabajan tres horas más por día en tareas de cuidado y
esto no está reconocido a nivel salarial; por el contrario, opera como una
barrera invisible, como un peso para la posibilidad de gozar de todos los
derechos laborales", explica la abogada y agrega que "también limita
el acceso al empleo porque hace que las mujeres opten por jornadas de tiempo
parcial porque no pueden conciliar los trabajos de cuidados con los remunerados".
El objetivo, advierte Lozano, es "pasar a
un paradigma de corresponsabilidad parental en materia de cuidados, que el
Estado, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil como los
sindicatos y también los hogares se comprometan y den una respuesta en tareas
de cuidados".
De hecho, advierte que "sigue existiendo
una división de roles y, al momento de ir a trabajar, las mujeres solo tienen
que ocuparse de trabajos precarizados, sin estabilidad".
Basualdo,
compiladora junto a Diego Morales del libro "La tercerización laboral:
orígenes, impactos y claves para su análisis en América Latina",
cuenta que desde el "Programa Estudios del Trabajo" en el Área de
Economía y Tecnología de Flacso abordaron recientemente algunas de las
transformaciones laborales más relevantes y se detuvieron en las dinámicas de
protesta y organización en los primeros tiempos de la pandemia, analizando las
distintas etapas primero de aislamiento y luego de distanciamiento, las
actividades y trabajadores/as considerados 'esenciales', y las diferencias
entre trabajadores de planta, tercerizados/as, y no registrados/as todo lo cual
fue encarado por diversas corrientes y sectores del movimiento sindical con
diversas respuestas que fueron desde la confrontación a la concesión.
"Abordamos también casos de industrias, la
siderúrgica por un lado, y la agroindustria azucarera por otro, que permitieron
analizar los impactos en actividades y territorios muy diferentes. La dimensión
de género apareció como central en todo el proceso, por la mayoritaria carga de
las cruciales tareas de reproducción en las mujeres, que en la primera etapa de
la pandemia quedaron sin cobertura, con el cierre de escuelas y la parálisis de
toda la estructura de cuidados", analiza.
Basualdo resalta que lo que encontraron fue
"superposición de las jornadas laborales productivas y
reproductivas en un mismo espacio de la casa,
en la mayor parte de los casos no preparado para albergar esta diversidad de
situaciones, el peso del teletrabajo y sus impactos en la extensión de la jornada, el
aislamiento y la imposibilidad de
discutir condiciones, la situación crítica en barrios populares en los que el
aislamiento era casi impracticable, y en los que las redes comunitarias de
sostén y alimentación estaban motorizadas centralmente por mujeres, la
dificultad del cuidado de menores y mayores en un contexto crítico de
emergencia pandémica fueron algunas de las cuestiones que aparecieron en estos
y otros trabajos sobre la pandemia y sus efectos".
Al momento de ubicar desafíos, la investigadora
subraya la importancia de "pasar de contemplar compensaciones parciales
para la supervivencia a poder pensar en políticas de empleo y de discusión de
condiciones de trabajo y de niveles salariales en un contexto inflacionario que
genera una enorme preocupación, particularmente con los sectores fuera del
mercado laboral o en sus segmentos más vulnerables".
Sin embargo, advierte que "se requiere en
forma urgente plantear un diagnóstico global que contemple las formas en las
que el cambio tecnológico impacta en las relaciones laborales, y plantee formas
efectivas de garantía de derechos frente a tendencias emergentes como el trabajo
en la economía de plataformas, así como políticas protectorias respecto de la
tercerización laboral, combinadas con un impulso del trabajo registrado como
vía imprescindible para la inclusión de sectores muy amplios".
Lozano pone en escena la necesidad de
"una reforma laboral con carácter feminista" para transformar la Ley de Contrato de Trabajo
de 1974, que define como "una norma protectora de los derechos de los
trabajadores pero conformada a la luz de un paradigma patriarcal".
"En estos casi 50 años, gracias a la lucha
de los feminismos, se han visibilizado desigualdades estructurales y esto debe
traducirse en un reconocimiento normativo. Hay que modificar lo que tiene que
ver con trabajo insalubre para todos los géneros. La ley debe contener una licencia
por violencia de género, por ejemplo", expresó. (Télam)
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