20-04-2024
“El prejuicio hegemónico: Sobre Política, Democracia y República”
Por Carlos A. Sortino (*) @CarlosASortino

Cuando uno habla de participación popular en la conformación de políticas públicas, el que escucha dice que uno es un ingenuo o un romántico. No dice pelotudo, porque queda feo. Ese es el prejuicio hegemónico de la abrumadora mayoría de la dirigencia y la militancia políticas. Como si aferrarse a la república burguesa y a la democracia representativa no fuera ni ingenuo ni romántico (lo de pelotudo, queda a criterio del lector).

Los que más arriman la bocha son aquellos que inmediatamente remiten la charla al presupuesto participativo, como si fuera la única política participativa existente y como si sólo tuviera alcance municipal. Para colmo de males, la única idea que tienen es que se trata de consultar a los vecinos qué calles asfaltar, cuántas luminarias instalar, cómo embellecer una plaza y cuántos refugios de colectivos colocar. Pobreza infinita.

El presupuesto participativo no se reduce a eso, ni siquiera en su dimensión territorial, única dimensión por estos lares conocida, sino que también, en su dimensión temática (aún inexplorada entre nosotros), se amplía hacia el planteo, la discusión, la decisión y el control de ejecución de cualquier política pública. Pero no hay que detenerse en eso, porque si así se hace, lo seguiremos dimensionando como la única posibilidad de participación popular.

Lo que subyace detrás de esta escasa comprensión del asunto (y del escaso interés por conocerlo más profundamente), es otro prejuicio: nos envuelve un sentido común, una cultura política, que sólo conoce y acepta la política y la democracia de acuerdo con sus modelos europeos y estadounidenses. Colonización plena.

A casi nadie le importa que hay otros países en el mundo que se manejan con improntas distintas. Suiza, que tanto se ha usado como ejemplo de un sinfín de banalidades, tiene desde hace más de 150 años mecanismos de democracia directa en sus tres dimensiones territoriales: nacional, provincial y municipal. Y los suizos no sólo son consultados periódicamente si aceptan o no aceptan tal o cual política pública, sino que también pueden presentar a consulta popular sus propias iniciativas.

 

También se pueden poner como ejemplos dos países a los que se les arroja como estigma su orientación socialista: Cuba y China, que son países con regímenes de partido único de gobierno, pero cuyos ciudadanos tienen el derecho de elegir y ser elegidos en distintos cargos públicos (nacionales, provinciales, municipales), sin que sea requisito para ello afiliarse al Partido Comunista.

Pero, claro: cubanos y chinos nunca le han dado nunca bola al canon liberal de la alternancia en el gobierno, como si esa alternancia garantizara algo. ¿Se podría decir también que son ingenuos o románticos (pelotudos, no, por favor) quienes sostienen este canon, inescindible de la república burguesa y de la democracia representativa? No creo. Porque eso no es ni ingenuidad ni romanticismo: es ideología (consciente o inconsciente).

Volvamos al principio: cuando uno habla de participación popular en la conformación de políticas públicas, no está siendo ingenuo ni romántico. Mucho menos está siendo pelotudo. Las políticas participadas (para las que existen infinidad de métodos ya creados y muchísimos por crearse, en el orden nacional, en el orden provincial y en el orden municipal) constituyen herramientas de construcción y acumulación políticas, liberadas de las limitaciones partidarias, y tienen la capacidad de recuperar y fortalecer la legitimidad democrática de cualquier gobierno.

Las políticas participadas impulsan y materializan la intervención popular en la conformación de las políticas públicas, con el objetivo de lograr que el pueblo no sólo reconozca a su gobierno (lo haya elegido o no), sino que se sienta parte activa de él. En la práctica social amplían y robustecen la demanda, simple y sencilla, de políticas públicas ágiles, rápidas y concretas, que impacten de manera positiva sobre las necesidades y expectativas de la población.

Cuando uno habla de participación popular en la conformación de políticas públicas, entonces, está siendo político. Eso que llaman "batalla cultural" también podría ocuparse de todo esto.

 (*)  Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 19/02/2020

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/