29-04-2024
"Lejos de la Revolución…"
Por Carlos A. Sortino (*) @CarlosASortino

La tensión entre marxismo y peronismo no es nada nueva. Podríamos decir que nunca ha sido una relación armoniosa. Así que es "natural" que haya compañeros de izquierda que nos critiquen duramente por nuestra pública adhesión a la organización política que llevó el sello Frente para la Victoria hasta hace unos años, que hoy lleva el sello Unidad Ciudadana y que mañana quién sabe qué sello adoptará.

Lo hacen porque conocen nuestra identidad socialista y no soportan una alianza táctica con un peronismo, que, todos, sabemos, promueve la alianza de clases y no la lucha de clases, bandera histórica de la izquierda "oriunda del marxismo". Será cuestión de seguir discutiendo cuál es el verdadero conflicto. Para nosotros, sigue siendo la lucha de clases. Pero, mientras lo seguimos discutiendo, creemos que hay que juntarse para desbancar a quienes están destruyendo nuestra vida y las vidas de nuestros hijos.

Tácticas y contradicciones

Por algo es que muchos marxistas, leninistas, guevaristas y gramscianos, organizados o no, forman parte del "universo K" desde hace muchos años.

Ni Marx ni Lenin ni Guevara despreciaron jamás la democracia burguesa. Alentaron siempre la participación electoral y aconsejaron no soslayar las "alianzas tácticas" con la burguesía, mientras la revolución socialista estuviese fuera de alcance. Ello significa que consideraban a la democracia burguesa como un medio y no como un fin. Los fracasos de esta estrategia tienen que ver con algunas inconsistencias ideológicas propias, que favorecen la práctica de la traición permanente, y con una correlación de fuerzas significativamente desbalanceada.

Tampoco Gramsci desdeñó la democracia burguesa en aquellos términos y fue diputado en pleno régimen fascista. Advirtió su advenimiento algunos años antes, cuando lo gritó desde las páginas del periódico L'Ordine Nuovo en su primer número, el 1° de mayo de 1919: ‎"Instrúyanse, porque necesitaremos de toda nuestra inteligencia; conmuévanse, porque necesitaremos de todo nuestro entusiasmo; organícense, porque necesitaremos de toda nuestra fuerza". No tuvo mucho alcance su arenga, porque no sólo apareció un tal Mussolini, sino que, además, el régimen fascista que había anunciado lo metió en la cárcel hasta seis días antes de su muerte.

Y por algo es también que los frentes de izquierda, de origen trotzquista, se mantienen al margen de ese universo y lo apedrean sin descanso.

Trotzky nunca se interesó por la democracia burguesa, dado que la reemplazaba lisa y llanamente por la "dictadura del proletariado", cuya manifestación práctica es el soviet, y la "revolución permanente", cuya manifestación práctica es un proletariado haciéndose cargo de lo que no es capaz de hacerse cargo la burguesía del subdesarrollo: luego de la "toma del poder", iniciar las tareas democráticas (el desarrollo industrial, entre ellas), para llegar al socialismo. Claro que Trotzky iniciaba la historia de la Revolución, luego de la Revolución. Pero contradicciones tenemos todos.

Anclajes y sentimientos

Hablando en términos marxistas, no estamos en una etapa prerrevolucionaria, ni mucho menos. Estamos en una etapa de resistencia al avance de la derecha, una derecha de nuevo tipo, muy bien organizada internacionalmente, aunque no de manera orgánica, estructurada, como concebimos a una organización desde nuestro sentido común, que navega entre el siglo 19 y el siglo 20, y aún no percibe el siglo 21.

Ella, la derecha internacionalizada, no sólo percibe el siglo 21, sino que lo viene preparando, paso a paso, desde siempre, como preparó el siglo 19 y el siglo 20, y lo conoce en profundidad, como conoció en profundidad aquellos siglos. Los cuadros políticos de la derecha internacionalizada pueden parecer idiotas, pero son muy inteligentes y creativos. Que los tomemos como idiotas sólo viene a demostrar que nos falta madurar políticamente, que todavía no comprendimos del todo el siglo 19 y por eso estamos anclados ideológicamente allí (ver mi artículo "El anclaje ideológico").

Hoy, más que un fantasma, hay un sentimiento que recorre el mundo: el sentimiento fascista que proyecta esta derecha internacionalizada. Un fascismo del siglo 21. Ya no corporizado en un líder carismático y perverso, seguido por fanáticos y temerosos. Ya no sistematizado en un Estado totalitario y antidemocrático. Aunque, tal vez, si lo dejamos avanzar, vuelva a adquirir aquellas formas. No lo sabemos. Sólo sabemos que hoy es un sentimiento. Y sabemos también que un sentimiento siempre es más fuerte y duradero que una razón (ver mi artículo "Alerta, que camina": http://cadenaba.com.ar/nota.php?Id=55245).

Problemas y soluciones

Ya dijimos alguna vez que el peronismo es, al mismo tiempo, el problema y la solución. Los que insisten en achacarle sólo una de estas propiedades, no están buceando en su profundidad cultural ni serán efectivos a la hora de organizarse con él (o combatirlo). Pero también los peronistas deben reflexionar sobre esta hipótesis, para poder organizarse con otros y no simplemente "sumarlos".

Quienes no somos peronistas, no discutimos la centralidad política del peronismo en esta etapa; lo que sí discutimos es su exclusividad política. Porque es necesario que desde aquella centralidad -y no desde esta exclusividad- se convoque al universo "extra peronista", es decir, a quienes, estando fuera del peronismo, nos sentimos parte del campo nacional y popular y junto a él pretendemos la construcción de una alternativa político-ideológica superadora, que resulte deseable, creíble y posible para la mayoría del pueblo.

Izquierdas y derechas

Hace muy poco tiempo, Cristina Fernández afirmó que "izquierda" y "derecha" son categorías perimidas. Y ella es la líder indiscutible del espacio político al que adherimos. Sin embargo, seguimos considerando que somos mujeres y hombres de izquierda. No comulgamos con la idea de que izquierdas y derechas sean categorías perimidas (por supuesto que se las puede re significar).

Seguimos sosteniendo que la única alternativa al capitalismo (derecha) es el socialismo (izquierda), pero que, por ahora, no es posible esa construcción política (por factores subjetivos, fundamentalmente), lo que no significa que haya que abandonarla como objetivo. Entre tanto y hasta tanto, nos resistimos a ser simples "testimoniantes". Preferimos tomar las riendas del Estado y desde allí promover políticas públicas que dignifiquen (o, por lo menos, tiendan a dignificar) nuestra calidad de vida individual y colectiva.

Si aceptamos el liderazgo político de Cristina Fernández, no es porque estemos en un todo de acuerdo con ella ni con el espacio político que nos contiene, sino porque consideramos que es la única fuerza política que puede desplazar a la derecha gobernante y encarar un gobierno con las características mínimas que ya explicitamos.

Ni marxistas ni peronistas podemos abjurar de la política de alianzas que siempre hemos promovido en nuestra historia, ni dejar de lado el análisis puntilloso de la correlación de fuerzas en cada contexto político. Ni marxistas ni peronistas podemos negar que resulta inconcebible, imposible, la pureza ideológica, ética, moral. Y debemos asumir que formar parte de una organización o apoyarla es aceptar esa realidad. Aunque no como límite, sino como punto de partida.

(*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 26/2/2019

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/