Una multitud colmó las instalaciones del gimnasio ubicado sobre el arroyo Doña Flora, escenario de tantos y memorables encuentros de básquetbol. Se palpaba en el ambiente que era el cotejo más importante de los últimos años. La avenida San Martín tenía casi tres cuadras de cola de autos estacionados y similar situación se registraba sobre Francisco Cestino y zonas cercanas. Nadie quería perderse semejante encuentro.

Adentro, una multitud. Las tribunas y el pasillo superior lucieron repletos como muy pocas veces ocurrió en los últimos años. Las banderas rojas y azules adornaban el lugar. Estaban los bombos y los papeles. La fiesta estaba armada. Y el equipo de Náutico respondió con creces. Jugó a la altura de la envergadura del encuentro. Hubo mucha concentración y una gran efectividad. Náutico hizo un gran partido y barrió a su rival. Desde la veteranía de ese incansable "Galgo" Martín Dellasalda pasando por toda la sangre de jóvenes de esta nueva camada de equipistas de gran nivel, el "Sabalero" fue edificando una victoria concluyente. Ya en el primer tiempo se iba imponiendo por 32 a 24 y en el tercer cuarto amplió la diferencia hasta tornar el partido un trámite. Ahora solamente había que dejar que pasara el cronómetro.

Afuera estaba la fiesta, los hinchas ansiosos se preparaban para desatar la euforia. Y ahí estaban ellos, los chicos y los más grandes del club, junto a jugadores que hicieron historia y que no quisieron perderse este momento como Guillermo Magistralli y Diego Aggouras.

La chicharra final desató la euforia. Atrás había quedado una sensacional campaña con el título del Clausura y la desazón de las finales perdidas contra Unión Vecinal "B". Todos se confundieron en un abrazo. Hubo lágrimas de emoción. El "Chavo" Ortíz, otrora jugador, ahora entrenador, no paraba de felicitar a sus dirigidos. Vino el tradicional corte de cintas y los festejos se extendieron hasta un rato largo en un gimnasio copado por el humo rojo y azul y por la alegría de un grupo de muchachos que devolvieron a Náutico a Segunda División. 

"Sí, si señores, yo soy del Saba, si señores de corazón, porque este año desde el arroyo, desde el arroyo, salió el nuevo campeón". El grito atragantado por años de malas campañas explotó una vez  más como, por ejemplo, en aquellas finales ganadas ante Universitario (en Meridiano V) o en el ya desaparecido clásico contra YPF de principios de los noventa. Náutico tuvo su noche de fiesta. Y bien merecido lo tiene. ¡Bienvenido Sabalero a Segunda, el básquet de estaba esperando!.

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