25-04-2024
“La ridiculez del proyecto 'Compre Argentino'”
Por Belen Marty @belenmarty
Cada vez que algún gobierno lanza la idea (o proyecto, mejor dicho) de incentivar la compra de productos nacionales me viene a la cabeza Homero Simpson saltando la frontera entre dos países una y otra vez… Y pienso en esas líneas imaginarias y cuánto se habla sobre ello desde el poder.

Hace unos días, el gobierno de Mauricio Macri anticipó que estará presentando al Congreso un proyecto de ley de "Compre Argentino", por el cual buscarán que las industrias locales, especialmente las pymes, tengan márgenes de preferencia. Y si tenemos la "mala suerte" de que una empresa extranjera se adjudique una licitación pública que esta sea obligada a contratar 20% de productos fabricados en nuestro país.

Todo esto, a raíz de que en los próximos 8 años el gobierno estima invertir unos USD 200 mil millones en las industrias energéticas, tecnológicas, mineras, entre otras. 

"Queremos que las pymes argentinas sean protagonistas del plan de infraestructura pública más importante de la historia del país", sostuvo el ministro de Producción, Francisco Cabrera. 

Por su parte, el ministro de Trabajo Jorge Triaca dijo que este proyecto es producto del trabajo en conjunto con cada uno de los sectores  "para que el desarrollo de la infraestructura y las obras que están mejorando la vida de los argentinos y haciendo realidad el país que todos queremos, desarrollen, además, la producción nacional y generen más empleo".

Pero, como asegura el analista económico Iván Carrino, contrariamente a lo que el gobierno propone, cuanto más compremos del mundo, más beneficios obtendremos como sociedad.

Este tema ya hasta aburre. Es una figurita repetida en la historia argentina. No hay dudas que los últimos gobiernos han utilizado este recurso populista o fascista para hacernos creer a los argentinos que por alguna razón mágica es mejor comprar más caro acá que comprarle a alguien ubicado del otro lado de la línea imaginaria (¿Se acuerdan de Moreno?).

Antes de ellos, Aldo Ferrer, el ministro de Economía del militar Roberto M. Levingston, fue el propulsor del decreto de Compre Nacional. Adivinen para qué. Sí, para promover la industria nacional. Proteger a unos pocos empresarios que cobraban más caro sus productos (¿sino, qué necesidad de protegerlos?) a cambio de esclavizar a los millones de ciudadanos a no tener otra opción de comprarlos.  

Volvimos a apostar por esto en 2001, cuando el Congreso promulgó la ley de "Compre Trabajo Argentino" para que el Estado eligiera nacional frente a alguna otra empresa extranjera. 

Esta no es la mejor receta para reactivar el trabajo. Carrino la pone en estas palabras: "De hecho, si queremos que nuestra economía se recupere y crezca de manera sostenible, hay que hacer todo lo contrario: haga patria, compre bienes importados".

Si hay una empresa proveedora de servicios públicos que ofrezca una servicio o un producto de mejor calidad, con mejor expertise, con años en el mercado, a mejor precio, más competitiva y con garantías, ¿por qué el Estado (que vive de lo que nos saca en impuestos, recordemoslo) debería pagar de más? ¿No suena un poco absurdo?

¿Es necesario una ley para que las licitaciones prioricen lo local? Si fueran buenas per se, no se necesitaría folios, sellos y pliegos destinados a generar una ley para ello.

Haciendo pagar de más por un servicio, por ejemplo, harás que otras empresas locales pierdan, de alguna manera, parte de su rentabilidad y por ello, haciendo a esa empresa proclive a que no contrate más, o directamente desafecte a los empleados contratados.

Lo que se ve y lo que no se ve. Si es el gobierno debe desembolsar más para contratar a un proveedor, significa que aumenta su gasto. En pleno auge del gasto público e índices inflacionarios por las nubes (como decía Cristina, con índices del 25% ya estamos por estallar por los aires) no suena que sea esta la mejor manera de salir de las arenas movedizas en la que nos encontramos. 

El gobierno no hace más que intentar apagar un incendio echando más nafta. Obtener disciplina fiscal, despilfarrando dinero. En otras palabras, es tirar manteca al techo en época de guerra. 

Belén Marty. Exclusivo para Cadena BA. 19/05/2017

Periodista,  Lic. en Comunicación Social (Univ. Austral), Maestrando en Economía y Ciencias Políticas (Eseade). Ex corresponsal Cono Sur y Cuba de Pamam Post. Gestora de Contenidos de @StaplesAR