29-04-2024
“Pascua es el PASO de una vida a otra… para el Otro” por Tony Nicolau (*)

Semana Santa es un tiempo especial para todo el continente Afro-Indo-Latino Americano. Vieja herencia colonial o producto de la imposición de la Cruz por la espada, lo cierto es que buena parte de nuestra identidad se envuelve en un halo de recogimiento interior, se recomponen los lazos con lo sobrenatural, se participa de acciones litúrgicas y rituales convencionales, se expresa con el cuerpo lo que se cree con el alma, se comunitariza lo individual en espacios colectivos de expresión. Nos alejamos en algún punto de la cotidianidad del mercado. Le damos lugar al espíritu, al menos un tiempo, aunque reducido. La liturgia cristiana católica hace hincapié en ese derrotero del Vía Crucis, del monte de las Calaveras. Luego en su sepulcro vacío, en la piedra removida, en la resurrección luego de tres días de silencio, de un abrumador y ensordecedor silencio.

La Resurrección simboliza el triunfo de la Vida sobre la muerte, la derrota del sinsentido de laexistencia, la alegría de tener un motivo por que se merezca vivir… y también morir. La Resurrección es el motor de la Primera Iglesia. Es la Esperanza de la Victoria de la Comunidad por encima del fracaso del individualismo. Es la ganancia del Servicio por la derrota del aprovechamiento y del uso del otro en provecho propio.

Una vez finalizada la Santa Semanatodos volvemos a lo cotidiano. La indiferencia recobra sus fuerzas. La insustancialidad de la vida retoma su asedio. La ausencia de comunidad gana nuevamente terreno. Nos desplaza el día a día. Volvemos al nerviosismo, a la cólera, al individualismo, al aprovechamiento del otro, a la mediocridad. Sin ser transformados pasamos por la Semana Santa sin ser pasados por ella, sin ser atravesados pascualmente.

Pero existe una santidad que denominamos"política". Es una santidad extrovertida que sale de sí misma en busca de los hermanos, que pone como meta no solo la propia perfección sino en conseguir la Vida con abundancia (evangelio de Juan 10, 10) para los otros, especialmente los más débiles. La santidad política es una santidad de y en la calle. No huye de la ciudad, del conflicto ni de la lucha sino que la afronta desde el Espíritu del Resucitado.

Santidad política que se juega en el trabajo, en el sindicato, en el barrio, en la política, en la transformación de la sociedad injusta en justa. Es una santidad extra muros que santifica el mundo con el mundo, tal como es pero con la meta de transformarlo. Es una santidad de las grandes virtudes políticas: la lucha por la justicia, por los derechos humanos, de los desarrapados, de la recreación de las estructuras sociales, del compromiso con los más pobres.

Por eso se aleja de la santidad burguesa ligada a las formalidades rituales.

La santidad política es vivida desde una espiritualidad de la liberación, por eso es estructural y social a la vez. Es la santidad de las Grandes Causas: la justicia, la paz, la igualdad, la fraternidad, el amor pleno, la solidaridad, la liberación, el hombre y la mujer nuevos, el mundo nuevo.

El llamado de la Pascua no puede quedar reducida a la lógica de lo ritualista, una forma de distanciarse de la realidad para volver a ella sin haber transformado nada ni a nadie, ni siquiera uno mismo. La Semana si es santa, deberá tocar el nervio del individualismo y del materialismo. Sino, solo habremos tenido un buen (y merecido) descanso largo, pero no un tiempo propicio, un Kairós, transformador, liberador. La Resurrección del Resucitado será un fetiche y la celebración comunitaria un impasse en el camino de la vida.

La santidad política no rehúye del mundo ni del conflicto que este propone. Antes bien, se compromete en él y con él, en las realidades entre las que se mueve el hombre. Lo político de la santidad no trata sobre la devoción intimista sino sobre el nivel de compromiso real y efectivo por la liberación de los obstáculos a la realización plena de lo humano. Es una santidad que tiene una opción fundamental: el pobre, el excluido, el marginado o como se lo quiera denominar sociológicamente.

La marca de esta santidad es la experiencia vívida, real, espiritual y concreta de una gran sensibilidad por las mayorías populares y sus necesidades convertidas ahora en demandas. Sin asistencialismos baratos ni basismos ingenuos. No es la caridad individual y egocéntrica, anestésica del primado del egoísmo. No es el pobre como sujeto aislado sino como colectivo estructural.

Es una santidad inteligente que busca las causas estructurantes de la injusticia. Por eso es política. No es absentista ni neutral. La política es percibida como un "amor de relaciones largas" (Paul Ricoeur) que busca el compromiso efectivo, liberador.

Una nueva santidad espera la Semana Santa.

Pascua de Resurrección rememora el paso del Mar Rojo de los judíos liberados de Egipto que representa el mundo de la esclavitud del mercado de las cosas y de las personas convertidas en objetos de transacción.

El trabajo humano es estar pasando de ser una cosa a otra. No somos, sino que existimos (Sartre) y en la medida que existimos, somos siempre en proceso de ser otra cosa. Siempre tenemos que pasar. Siempre hay algo de lo que pasar.

Pascua es el PASO de una vida a otra… para el Otro.

(*) Docente, Profesor, Magíster en Educación de la Universidad Nacional de La Plata.