16-05-2024
19-02-2015 | Aguafuertes de un 2015 movido
“Argentina agridulce”, por Eduardo Capdevila (*)
Desquiciado y enfermizo como el comportamiento de un barra es el del opinador, manifestante o militante promedio en la coyuntura política argentina.

"Hace falta gol", grita desaforado uno en la tribuna; se desencaja gritando "el equipo se arma de atrás para adelante"; empieza a tirar botellas al grito de "respeten al socio" cuando se borró hace rato; y se va masticando bronca porque "no entienden al hincha".

Desquiciado y enfermizo como el comportamiento de un barra es el del opinador, manifestante o militante promedio en la coyuntura política argentina.

"Esto se soluciona con diálogo", dice un dirigente Renovador, aunque acota como condición "que la gente no la escuche más a ella porque hace mal".

"Después de diciembre viene un país sin enfrentamientos", dice otro candidato opositor, para anticipar después "vamos a acabar con ellos".

 "Ahí van los de la CIA y el FBI", dice un militante mirando por TV las casi 400.000 personas en Plaza de Mayo; festeja el tuit meteorológico de un funcionario presagiando el "vómito de Dios" y que "Néstor hace pis", para referirse a la copiosa lluvia sobre los manifestantes.

"Ellos son el silencio, nosotros el canto y el amor", dice un militante oficialista, para luego lamentarse no poder "limpiar de una vez por todas la Plaza de los gorilas".

"Muchos se olvidan cómo estábamos en 2003", acota otro dirigente oficialista desde su piso en Puerto Madero.

"Esto es una tiranía violenta. Si pudiera los prendo fuego", grita uno con una pancarta que pide república.

"Me siento agredida como mujer", dice otra, de la mano con uno que pide "chau yegua".

"Apoyamos la justicia contra la corrupción", lanza otro desde una columna encabezada por fiscales que cajonearon toneladas de denuncias de desfalcos públicos.

"Ellos van por todo", advierten unos mientras del otro lado alertan "vuelven por todos".

"De qué sirve que el país crezca para vivir así", reflexiona uno, sin especificar cómo se vive.

Adolescentes se acusan de haber prendido fuego iglesias o ser emisarios de Braden hace más de medio siglo; ser infiltrados de la CIA y la MOSSAD; apropiadores de bebés; narcos; y la lista sigue.

El gobierno aprieta el acelerador. Unos dicen por convicciones y banderas innegociables  hasta el fin de mandato; otros que la exacerbación busca que no gane ni un oficialista si no Macri y la militancia ya prepara la resistencia.

La sucesión de contradicciones se agolpa como la lluvia. La cortina no permite ver logros a unos y errores a otros. Los ánimos se enardecen. Amistades se resienten. Familias se separan. La vehemencia deviene en agresión. La miopía en ceguera. Obstinación argenta contra los que quisieron decretar la muerte de las ideologías y el fin de la historia.

(*) Periodista y docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP