02-05-2024
“De culpas, populismos y peronismo. Concepciones erradas del desarrollo” por Damian Deglauve (*)

De moda está en muchos ámbitos intelectuales, académicos y ciudadanos poner la culpa de males al peronismo, mal denominado "populismo".

Este mismo debate lo recuerdo en algunas cátedras de Ciencia Política en la Facultad de Sociales de la UBA, fuente de formación e inspiración.

Los mayores argumentos, de aquellos que desde el golpe del ´30 hasta el ´83 soñaban con el retorno al año 1800 y de los admiradores de la patria ganadera, es que previo al Peronismo, a principios de siglo, Argentina había mostrado índices de crecimiento económicos muy altos y sostenidos.

Ante esto, es necesario desglosar la cuestión. Entendamos que los números de por sí son frías fotos y un ejemplo de ello lo podemos encontrar en el fútbol: cuando un partido termina 0 a 0 se presupone que fue "malo". Pero antes de aseverar ese calificativo, deberíamos analizar si hubo situaciones de gol, si los arqueros se destacaron, si hubo pelotas en los postes, etc. En este caso, el número por sí sólo conduce a supuestos que podrían ser errados.

No obstante esto, es cierto y hay mucha literatura al respecto, acerca del crecimiento en principios de siglo de la Argentina; pero ¿qué relación tiene la caída de crecimiento con el Peronismo? Y aquí comienza lo insostenible, porque comparar los números de crecimiento de una y otra época hasta puede dar ventaja a los tiempos añorados por círculos reducidos. Sin embargo, cuando se analiza el fondo de la cuestión, surgen cuestionamientos como ¿en que contexto? y ¿bajo qué costos se consiguieron esos resultados? Ya lo dijo Perón: "prefiero crecer menos, pero humanamente", atendiendo a cuál sería el problema económico futuro.

Los comienzos de Siglo fueron de crecimiento para el país de modo innegable. Pero de un país sólo agroexportador, ausente de federalismo, ausente de distribución y participación, ausente de Estado. Una República sólo en la formalidad del papel. En un contexto de pre y post Primera Guerra Mundial donde las materias primas básicas eran demandadas por su bajo costo en nuestro suelo. Es decir, creció la economía a un costo social enorme y sin un plan de desarrollo. Cuando el contexto del mundo independientemente y previamente al Peronismo cambió con la Segunda Guerra Mundial, esto sería y lo fue, inviable y trágico.

En síntesis, Argentina crecía en un contexto mundial favorable agotando sus materias primas, en una democracia sumamente débil y excluyente, con legislación laboral y social inexistente, a desmedro de las provincias y el federalismo y sin ningún tipo de acceso a los derechos básicos de sus ciudadanos, cuyo máximo exponente sea quizás la Semana Trágica.

Gran crecimiento en muy pocas manos, favorecido por un contexto. En ese marco apareció el Peronismo, que se advino en un nuevo contexto magistralmente leído y aplicado por Perón, que dicho sea de paso, siempre estuvo un paso adelante y cambió según el mundo. Donde el crecimiento dio paso al desarrollo y la distribución, permitiendo la inclusión, regulación y ampliación de derechos, es decir, menor crecimiento, pero en más manos.

Estas débiles afirmaciones mueren por si solas, negando los rumbos que el mundo ha tomado, donde hoy Brasil festeja a Lula por haber generado un 20% de Clase Media, mientras el Peronismo generó un 40% en Argentina 70 años antes. El mundo fue cambiando, y el Peronismo fue parte de esos enormes cambios. Pero ciertos círculos selectos, por diversas cuestiones que atañen a la psicología deportiva o comercial, no han podido superar esos cambios, sosteniendo lo insostenible, desde un primer pantallazo a números que no resisten una segunda lectura, buscando un culpable, no por temas económicos siempre debatibles, sino porque aún no conciben que el trabajador tenga derechos y que se piense de otro modo que no sea en las luces del Hemisferio Norte.

Freud magistralmente desdeñó el "querer ser", categoría que una pequeña parte de nuestro suelo aún no supera, intentando culpar de sus añoranzas al movimiento social y político más grande de la política contemporánea, paradójicamente, basándose en los conceptos de Laclau.

El mundo gira, a pesar de quien desee que el tiempo se detenga.

(*) Director Provincial de Fortalecimiento Institucional y de la Democracia. Gobierno de la provincia de Buenos Aires