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Cappa y la eterna vanguardia por Damián Deglauve (*) | |||
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El fenómeno del peronismo, vigente en la idea nacional desde hace más de seis décadas, se renueva y enriquece constantemente con nuevas interpretaciones del mismo. Algunas de ellas aportan constructivamente y permiten actualizar al peronismo tanto en sus facetas filosóficas, doctrinarias e ideológicas y aplicarlo en coyunturas diversas. Sin embargo, han surgido "vanguardias" de pensamiento, que detentan la ocupación del peronismo, y se encargan de pensar y corregir al propio Perón. Tamaño atrevimiento se da desde la total incomprensión, tanto por no salir del laboratorio de la acción política a la política como actividad, como por recaer en la utilización acrítica de fragmentos, la descontextualización y el forcejeo de conceptos. El peronismo es incomprendido por estas facciones, tanto de izquierda como de derecha, ante todo por no poder cooptarlo ni mucho menos conducirlo. El peronismo se hace, nace y se ejerce desde la política, y es desde allí dónde se traslada al pensamiento, la filosofía y los ideales, entre otras de sus vastas áreas de influencia. En los últimos días, el entrenador de fútbol Ángel Cappa refirió al peronismo, en términos cuánto menos discutibles: "Yo era peronista de base, una corriente de izquierda del peronismo que cuestionaba a Perón. Perón no era revolucionario ni mucho menos. Eva sí lo era... Perón quería un capitalismo bueno: 50% para el obrero, 50% para capitalistas. Un absurdo. No hay capitalismo bueno. El peronismo le quitó al pueblo la posibilidad de tomar conciencia política. Siempre se siguió detrás de un bombo. Nefasto para la conciencia política... El peronismo cumplió el destino que le marcó Eva Perón. Ella dijo: 'El peronismo será revolucionario o no será nada'. Y terminó en la nada... Me parece que hoy tampoco se combate al capital. Se trata de hacer lo posible para que no sea tan salvaje, que ya es mucho. Por eso este gobierno se ganó la antipatía de Wall Street y de la oposición cavernícola del país." Varios enfoques cuestionables del entrenador. En primer lugar porque el concepto de "revolución" no implica el quiebre del capitalismo, salvo para una concepción marxista de la realidad. Incluso dentro de esta perspectiva, nunca se pudo llevar a cabo, a excepción de las reformas leninistas que no concluyeron en la desaparición del Estado como marcaba Marx. Revolución es un cambio de paradigma y status quo profundo y permanente. El peronismo fue revolucionario y lo fue en paz. Querer separar a Evita de Perón es una simplificación histórica, una negación de los principios indivisos que vertebran al peronismo. El error mayor de Cappa es sostener que el peronismo no generó conciencia política, increíble para un hombre de su cultura, "ir atrás del bombo". Inentendible. La manifestación populista, tan vapuleada en nuestros días es, según Laclau, tan válida como cualquier otra vía democrática, sobre todo para quienes carecen de otros modos de hacerlo. El bombo es un símbolo y no un medio para manipular. Quien lo haya utilizado para tapar agujeros ideológicos ha confundido el camino, eso no puede negarse. Pero quien lo relega a una mera representación de la ignorancia política, ha perdido la noción de la importancia de la pasión de las masas, de la juventud militante que se aferra primitivamente al sentimiento para luego profundizar en el razonamiento. El bombo conduce hacia algo profundo: la convicción. Y ella luego al conocimiento. Otorgarle a este tipo de expresión la capacidad de convocatoria y movilización que posee y ha poseído el movimiento peronista es, cuanto menos, apresurado, subestimando la inteligencia del pueblo y la complejidad del peronismo, que no atravesó la historia sólo por unos años de hinchada popular que no entendía de política. El 17 de Octubre como momento fundacional no es ir atrás del bombo sino ir detrás del hombre que dio dignidad al trabajador y conciencia como tal, como trabajador argentino. Conciencia de su pertenencia, su país y de lo que se debía desarrollar. Perón no era ni de izquierda ni derecha. Al ser interrogado sobre este punto, respondía: "Depende de las circunstancias". Perón era peronista. Porque la política es adaptarse a una coyuntura, es aggiornarse continuamente, porque se gobierna a todos, no sólo a quienes comparten una idea. Por ello no quería ni un capitalismo bueno ni un totalitarismo marxista. Buscaba la tercera posición. Hoy la historia lo imita en el mundo. (*) Director Provincial de Fortalecimiento Institucional y de la Democracia de la provincia de Buenos Aires |