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27-11-2012 | La abuela de Clara Anahí | |||
Chicha Mariani: “El miedo no justifica el silencio” | |||
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El 24 de noviembre de 1976, la casa del matrimonio Mariani-Teruggi, ubicada en la calle 30 entre 55 y 56 de La Plata, fue atacada y saqueada por las fuerzas de la dictadura militar en un operativo que duró cerca de cuatro horas. En ese ataque murieron Diana Teruggi (de 26 años, estudiante de letras) y cuatro compañeros de militancia. Nada se sabe hasta el momento de la hija de Diana, Clara Anahí, que en ese momento tenía tres meses. Su abuela María Isabel Chorobik, alias "Chicha" Mariani continúa su búsqueda sin descanso. En la sede de la fundación, que lleva el nombre de su nieta, esta legendaria mujer que ha dedicado casi la mitad de su vida a la búsqueda incansable de Clara Anahí recibió al equipo de BA Noticias y señaló "siempre digo que es mi última entrevista. Llevo como dos años diciéndolo. No sé cual va a ser la última, pero siempre pienso que es la última porque he hablado tanto que tengo una gran necesidad de silencio". - ¿Y por qué piensa y dice que es la última nota? - Porque llevo trabajando tanto en esto, en el día a día, en el minuto a minuto, que me parece, casi redundante, seguir hablando y hablando. Es como que me cansé de hablar de hacer cosas, de correr. Entonces ahora hablo en silencio tanto como antes, o más. Pero trato de hacer silencio como decía recién. Porque además la energía de uno. Yo tengo 88 años y ya no es como cuando tenía 50 o 60, y uno piensa que el horizonte está cerca. Entonces uno va dejando de lado muchas de las cosas que no me sirven. La verdad es que no puse a pensar nunca el ¿por qué? Pero creo que es el agotamiento, la desilusión. - ¿Por qué está desilusionada? - Mirá, en esencia, porque yo sé que hay mucha gente que sabe donde está Clara Anahí. Y no sólo mi nieta, sino todos los chicos que están desaparecidos. Y no lo hablan, no lo dicen. El miedo no justifica el silencio. Yo creo que es algo de inhumanidad, lo que pasa también es que hay falta de solidaridad. ¡Por qué no piensan lo que uno está sufriendo! No se ha tenido en cuenta la tortura a la que nos ha sometido la dictadura militar. Eso no se ha dimensionado lo suficiente. Es una tortura diaria y trabajar 36 años, día por día, noche por noche. Porque cuando uno duerme, sueña y va preparando cosas. ¡Es una tortura que no tiene nombre! Después el pensar que le hicieron a mi nieta, a mi nuera y a mi hijo. Eso te va decepcionando y ves que la gente mira para otro lado, los jueces lerdos. Mirá yo empecé a buscar a la nena cuando tenía tres meses y hoy pasaron 36 años y ¿quién la buscó? Yo fui quien más la buscó. Los amigos míos, gente querida, mucha gente solidaria que también hay, pero no basta. No la buscó un gobierno, no la buscó el Estado que también no debió dejarnos toda la carga a nosotros, a las abuelas, a las madres. Yo he tenido que ir aportando todo lo que voy investigando, dejando mi vida en el camino, que no me importa porque la he dedicado a mi nieta y la sigo entregando a ella y a la justicia, por supuesto. - Repasemos uno poco de su historia y donde comenzó todo ¿Qué estaba haciendo usted aquel 24 de noviembre de 1976? - Sí, yo daba clases, ya que era profesora en el Liceo Victor Mercante, de la Universidad Nacional de La Plata. Terminé de dar clases al mediodía y tomé un taxi corriendo para venir a mi casa de la calle 44 entre 20 y 21 donde vivía, porque esa tarde mi nuera me iba a traer a Clara Anahí. Me vine, preparé el baño para la chiquita y cuando terminé me senté a tejer unos escarpines para la nena. Esperando que viniera Diana a la una de la tarde ¡Y no llegó! y en cambio comencé a sentir tremendos balazos, ruidos de helicópteros y camiones. En ese momento deje el tejido en el punto que estaba tratando de trasladar a la otra aguja y ahí quedó, quedó para siempre ahí. - ¿Se sabe quiénes participaron del ataque? - Sí, claro! Estaba el Ejército. Más de doscientos hombres rodeando la manzana. Había marinos, personal de Aeronáutica, Gendarmería, Policía Federal, Policía de la Provincia, especialmente las denominadas patotas. Atacaron con todas las armas. Desde todos los ángulos. Desocuparon las dos casas de al lado y hasta las cuatro y media, cinco de la tarde tiraron de todo hasta una enorme bala que yo le llamo de bazuca que derribó toda la pared del frente y traspasó tres paredes y terminó en la del baño, que allí es donde justamente sabemos que la dejó mi nuera a Clara Anahí. - Se sospecha que el ex chofer de Etchetcolatz pudo haberse llevado a la nena. - En un primer momento pensé que era el porque él mismo lo dijo a su familia. Pero no sé si es el que realmente se la llevó. Sí se, porque esto lo declaró un soldado, que estuvo ese día en la casa haciendo guardia que la sacaron por el garage. La sacó un hombre vestido con un traje de jean gastado, de cara muy dura. Se la dio a otro más bajito, muy soberbio y desde ahí la llevaron hasta una camioneta azul que estaba en la calle. Llevó a Clara envuelta en una manta de color fucsia con arabescos verdes. Que yo me acuerdo que Diana tenía una sabana de ese mismo color que él describe. Puede ser una sábana o puede ser una cortina. - ¿Qué siente hoy el haber sido la primera presidenta de Abuelas? - Fue el impulso de haber ido a buscar a Griselda Cuadra. Sentarnos las dos e ir buscando a otras e ir creciendo hasta que nos reunimos esas primeras doce abuelas. Aunque el gran horror fue cuando descubrimos que éramos cientos de abuelas, que iban llegando una por una. Y así empezamos a trabajar muy concienzudamente. Bien organizadas, quizás mi experiencia como docente también ayudó a tener un orden especial en las cosas. Hasta el año 89 que me distancié. - ¿Por qué se distancia en ese momento? - En realidad nunca di una explicación de esto. Me fui solamente enojada ¡muy enojada! - ¿Con quién se fue enojada? - Eso dejémoslo ahí nomás. No era lo que yo quería hacer. Yo quería buscar los niños y los padres y nada más. Y me dí cuenta de que estábamos caminando hacía la política. Discusiones. Que va una palabra, que va otra y decidí renunciar porque no quería eso. Yo me fui sin decirle a nadie y me enteré después que ese mismo día renunciaron los equipos técnicos. Me fui a mi casa deshecha por que cuando uno crea algo y trabaja tanto sin descanso, pone la vida, el alma y todo su ser. Y tener que dejarlo porque no podía más soportar algunas cosas ¡Me hizo mucho daño! Pero mucha gente amiga me decía que hiciera otra asociación. Ya que si había fundado esa, podía hacer otra. Pero era como quitar el respaldo a todos los chicos recuperados. Habíamos encontrado 60 niños en esa época y habían quedado varios en la justicia. Así que preferí irme en silencio, ya que no me gustan las peleas, los escándalos. Soy pacifica. - ¿Qué actividades se desarrollan dentro de la Fundación Anahí? - Bueno, en primer lugar es la búsqueda de mi nieta. Pero también la búsqueda de la identidad de todas las personas que no la tengan. Por otro lado, formamos parte de varios juicios. Pero la labor más importante fue conservar la casa de la calle 30. En un momento, nos dimos cuenta de que se podía derrumbar. Desde presidencia de la Nación nos dieron un subsidio y se pudo poner en valor. Quedó como estaba luego del ataque, pero remozada gracias a un muy buen trabajo de los arquitectos. Otra cosa que hacemos es la visita de alumnos de distintas escuelas a la casa para que sepan lo que sucedió durante la última dictadura. Allí los jóvenes son guiados por gente especializada que les muestran los restos de la casa luego del ataque. También está abierto al público en general durante los fines de semana. - Detrás del caso Noble Herrera parece haber algo más grande aún ¿para Usted qué cree que es? - Parece haber algo más grande sí. Pero la verdad es que no sé. Sí creo que hay algo relacionado con Papel Prensa. - ¿Por qué ha decidido no participar como querellante en esta causa? - Porque siempre pensé que iban a poner mil obstáculos. Iba a llegar a la Corte Suprema. Que dicho tribunal, en algún momento, cerraría el caso y yo no pudiera volver a reabrirlo. En cambio, si no entro como querellante puedo recurrir, en su momento, a algún tribunal internacional. En cambio del otro modo quedo automáticamente afuera. - ¿Usted tiene esperanzas de que sea Marcela (Noble Herrera) su nieta? - Convencida no! Pero hay tantas razones, parecidos, historias, maneras de ser. Se parece mucho a mi familia. Es discreta, es cuidadosa, no hace alarde de su fortuna, ni de su poder. En eso se parece tanto a mi familia. Ella podría estar en la primera plana de la sociedad y no lo está. No lo está, porque se ve que no le gusta, igual que no me gustaría a mí. Hay parecidos, algunos rasgos muy parecidos. Las manos, las piernas también: piernas polacas… Y otra cantidad de cosas. Pero no la he desechado de las sospechas que tengo. Pienso que es ella. También puede no serlo. - ¿Y qué le pasaría si se revela esa sospecha y no es su nieta? - Yo sigo buscando, sigo buscando como siempre. Aunque siempre he tenido mis sospechas. Porque son notables los parecidos que a veces surgen sin razón. Por eso sólo creemos en el análisis inmunogenético y para eso trabajamos. Para que se puedan realizar esos análisis maravillosos. |