DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE
Mater Populi fidelis
Nota doctrinal sobre algunos t铆tulos marianos
referidos a la cooperaci贸n de Mar铆a
en la obra de la salvaci贸n
脥ndice
Presentaci贸n
Introducci贸n
La cooperaci贸n de Mar铆a en la obra de la salvaci贸n
T铆tulos referidos a la cooperaci贸n de Mar铆a en la salvaci贸n
Corredentora
Mediadora
Mar铆a en la mediaci贸n 煤nica de Cristo
Fecundos en el Cristo glorioso
Madre de los creyentes
Intercesi贸n
Cercan铆a materna
Madre de la gracia
All铆 donde s贸lo Dios puede llegar
El agua viva que fluye
Amor que se comunica en el mundo
Criterios
Las gracias
Nuestra uni贸n con Mar铆a
La primera disc铆pula
Madre del Pueblo fiel
El amor se detiene, contempla el misterio, disfruta en silencio
Presentaci贸n
La presente Nota responde a numerosas consultas y propuestas que llegaron a la Santa Sede en las 煤ltimas d茅cadas 鈥攑articularmente a este Dicasterio鈥 sobre cuestiones relacionadas con la devoci贸n mariana y sobre algunos t铆tulos marianos. Son cuestiones que han preocupado a los 煤ltimos Pont铆fices y que han sido repetidamente tratadas en los 煤ltimos treinta a帽os en los diversos 谩mbitos de estudio del Dicasterio, como Congresos, Asambleas ordinarias, etc. Esto ha permitido a este Dicasterio contar con un abundante y rico material que alimenta esta reflexi贸n.
El texto, al mismo tiempo que clarifica en qu茅 sentido son aceptables, o no, algunos t铆tulos y expresiones que se refieren a Mar铆a, se propone profundizar en los adecuados fundamentos de la devoci贸n mariana precisando el lugar de Mar铆a en su relaci贸n con los creyentes, a la luz del Misterio de Cristo como 煤nico Mediador y Redentor. Esto implica una profunda fidelidad a la identidad cat贸lica y, al mismo tiempo, un particular esfuerzo ecum茅nico.
El eje que atraviesa todas estas p谩ginas es la maternidad de Mar铆a con respecto a los creyentes, cuesti贸n que aparece reiteradamente, con afirmaciones que se retoman una y otra vez, enriqueci茅ndolas y complet谩ndolas, a modo de espiral, con nuevas consideraciones.
La devoci贸n mariana, que la maternidad de Mar铆a provoca, es presentada aqu铆 como un tesoro de la Iglesia. La piedad del Pueblo fiel de Dios que encuentra en Mar铆a refugio, fortaleza, ternura y esperanza, no se contempla para corregirla sino, sobre todo, para valorarla, admirarla y alentarla; dado que 茅sta es una expresi贸n mistag贸gica y simb贸lica de una actitud evang茅lica de confianza en el Se帽or que el mismo Esp铆ritu Santo suscita libremente en los creyentes. De hecho, los pobres 芦encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de Mar铆a. En ella ven reflejado el mensaje esencial del Evangelio禄.[1]
Al mismo tiempo, existen algunos grupos de reflexi贸n mariana, publicaciones, nuevas devociones e incluso solicitudes de dogmas marianos, que no presentan las mismas caracter铆sticas de la devoci贸n popular, sino que, en definitiva, proponen un determinado desarrollo dogm谩tico y se expresan intensamente a trav茅s de las redes sociales despertando, con frecuencia, dudas en los fieles m谩s sencillos. A veces se trata de reinterpretaciones de expresiones utilizadas en el pasado con diversos significados. Este documento tiene en cuenta estas propuestas para indicar en qu茅 sentido algunas responden a una devoci贸n mariana genuina e inspirada en el Evangelio, o en qu茅 sentido otras deben ser evitadas porque no favorecen una contemplaci贸n adecuada de la armon铆a del mensaje cristiano en su conjunto.
Por otra parte, en diversos pasajes de esta Nota se ofrece un amplio desarrollo b铆blico que ayuda a mostrar c贸mo la aut茅ntica devoci贸n mariana no aparece solamente en la rica Tradici贸n de la Iglesia sino ya en las Sagradas Escrituras. Esta destacada impronta b铆blica est谩 acompa帽ada por textos de los Padres y Doctores de la Iglesia y de los 煤ltimos Pont铆fices. De este modo, m谩s que proponer l铆mites, la Nota busca acompa帽ar y sostener el amor a Mar铆a y la confianza en su intercesi贸n materna.
V铆ctor Manuel Card. Fern谩ndez
Prefecto
Introducci贸n
1. [Mater Populi fidelis] La Madre del Pueblo fiel[2] es contemplada con afecto y admiraci贸n por los cristianos porque, si la gracia nos vuelve semejantes a Cristo, Mar铆a es la expresi贸n m谩s perfecta de su acci贸n que transforma nuestra humanidad. Ella es la manifestaci贸n femenina de todo cuanto puede obrar la gracia de Cristo en un ser humano. Ante semejante hermosura, movidos por el amor, muchos fieles han procurado siempre referirse a la Madre con las palabras m谩s bellas y han exaltado el lugar peculiar que ella tiene junto a Cristo.
2. Recientemente, este Dicasterio ha publicado las Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fen贸menos sobrenaturales.[3] Es frecuente que, en relaci贸n con dichos fen贸menos, se utilicen determinados t铆tulos[4] y expresiones referidas a la Virgen Mar铆a. Esos t铆tulos, algunos de los cuales ya aparecen en los Santos Padres, no siempre se utilizan con precisi贸n; a veces se cambia su significado o se pueden malinterpretar. Adem谩s de los problemas terminol贸gicos, algunos t铆tulos presentan dificultades importantes en cuanto al contenido porque, con frecuencia, se produce una comprensi贸n err贸nea de la figura de Mar铆a que tiene serias repercusiones a nivel cristol贸gico[5], eclesiol贸gico[6] y antropol贸gico.[7]
3. El principal problema, en la interpretaci贸n de estos t铆tulos aplicados a la Virgen Mar铆a, es c贸mo se entiende la asociaci贸n de Mar铆a en la obra redentora de Cristo, es decir, 芦驴cu谩l es el significado de esa singular cooperaci贸n de Mar铆a en el plan de la salvaci贸n?禄.[8] El presente documento, sin querer agotar la reflexi贸n ni ser exhaustivo, intenta preservar el equilibrio necesario que, dentro de los misterios cristianos, debe establecerse entre la 煤nica mediaci贸n de Cristo y la cooperaci贸n de Mar铆a en la obra de la salvaci贸n, y pretende mostrar tambi茅n c贸mo 茅sta se expresa en diversos t铆tulos marianos.
La cooperaci贸n de Mar铆a en la obra de la salvaci贸n
4. Tradicionalmente, la cooperaci贸n de Mar铆a en la obra de la salvaci贸n se ha afrontado desde una doble perspectiva: desde su participaci贸n en la Redenci贸n objetiva, realizada por Cristo durante su vida y particularmente en la Pascua, y desde el influjo que ella tiene actualmente sobre los que han sido redimidos. En realidad, estas cuestiones est谩n interrelacionadas y no pueden considerarse de manera aislada.
5. Esta participaci贸n de Mar铆a en la obra salvadora de Cristo est谩 atestiguada en las Escrituras, que presentan el acontecimiento salvador realizado en Jesucristo como una promesa, en los escritos veterotestamentarios, y como una realizaci贸n, en el Nuevo Testamento. As铆, Mar铆a se vislumbra en Gn 3,15 porque es la Mujer que participa en la victoria definitiva contra la serpiente. Por eso no llama la atenci贸n que Jes煤s se dirija a Mar铆a con la denominaci贸n de 芦Mujer禄 en la escena del Calvario (Jn 19,26). Tambi茅n en Can谩, Jes煤s la llama 芦Mujer禄 (Jn 2,4) remitiendo a Mar铆a y a su funci贸n, junto con 脡l, en la 鈥淗ora鈥 de la cruz.
6. All铆, en la 鈥淗ora鈥, aparece la cooperaci贸n de Mar铆a, que vuelve a dar el 鈥渟铆鈥 de la Anunciaci贸n y, en ese momento sagrado, el Evangelio pasa de colocar en los labios de Jes煤s la palabra 芦Mujer禄 (Jn 19,26) a presentarla como 芦Madre禄 (Jn 19,27). Cuando el Evangelio explica que, como respuesta, el disc铆pulo que nos representa a todos la recibi贸, utiliza un verbo (lamban?) que en el Evangelio asume el sentido de 鈥渁coger鈥 desde la fe (cf. Jn 1,11-12; 5,43 y 13,20). Es el mismo verbo que utiliza el cuarto Evangelio para expresar que la Luz vino a los suyos y ellos no la 芦acogieron禄 (Jn 1,11). Es decir, el disc铆pulo que ocupaba nuestro lugar junto a Mar铆a, la acogi贸 como madre en la fe. S贸lo despu茅s de entregarnos a Mar铆a como madre, Jes煤s reconocer谩 que 芦ya todo estaba cumplido禄 (Jn 19,28). Esta solemne alusi贸n al cumplimiento impide interpretar el episodio de un modo superficial.La maternidad de Mar铆a con respecto a nosotros forma parte del cumplimiento del plan divino que se realiza en la Pascua de Cristo. En un sentido semejante, el Apocalipsis presenta a la 芦Mujer禄 (Ap 12,1) como madre del Mes铆as (cf. Ap 12,5) y como madre del 芦resto de sus hijos禄 (Ap 12,17).
7. Conviene recordar que Mar铆a de Nazaret puede ser considerada el 芦testigo privilegiado禄[9] de los hechos de la infancia de Jes煤s[10] que aparecen en los Evangelios (cf. Lc 1-2; Mt 1-2). En el pr贸logo de su evangelio, Lucas advierte a sus lectores: 芦Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares禄, 茅l tambi茅n decidi贸 芦investigarlo todo diligentemente desde el principio禄 (Lc 1,1-3). Entre esos testigos oculares se destaca Mar铆a, protagonista directa de la concepci贸n, nacimiento e infancia del Se帽or Jes煤s. Lo mismo se puede decir de los relatos de la pasi贸n, ya que su madre estaba 芦junto a la cruz de Jes煤s禄 (Jn 19,25), y esperando Pentecost茅s, cuando los ap贸stoles estaban en 芦oraci贸n, junto con algunas mujeres y Mar铆a, la madre de Jes煤s禄 (Hch 1,14).
8. En el Evangelio de Lucas, Mar铆a es la nueva Hija de Si贸n que recibe y transmite la alegr铆a de la salvaci贸n. Lucas recoge las promesas prof茅ticas que anunciaban la alegr铆a mesi谩nica (cf. Sof 3,14-17; Zac 9,9). En ella se cumplen las promesas que hacen saltar de gozo a Juan el Bautista (cf. Lc 1,41). Isabel se presenta como indigna de recibir la visita de Mar铆a: 芦驴Qui茅n soy yo para que me visite la madre de mi Se帽or?禄 (Lc 1,43). Isabel no dice 芦驴Qui茅n soy yo para que me visite mi Se帽or?禄. Se refiere directamente a la madre, con lo cual podemos advertir la conexi贸n inseparable entre la misi贸n de Cristo y la de Mar铆a. Isabel habla llena del Esp铆ritu Santo (cf. Lc 1,41), de modo que su actitud ante Mar铆a se presenta como un modelo de fe. Las siguientes palabras que ella dice, movida por el Esp铆ritu, son: 芦隆Bendita t煤 entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!禄 (Lc 1,42). Llama la atenci贸n que, bajo la acci贸n del Esp铆ritu, no le baste llamar 鈥渂endito鈥 a Jes煤s, sino que tambi茅n llama 鈥渂endita鈥 a la madre. Los contempla 铆ntimamente unidos en este momento de gozo mesi谩nico. Mar铆a aparece aqu铆 como la 鈥淔eliz鈥 por excelencia: 芦Feliz la que ha cre铆do禄 (Lc 1,45); 芦se alegra mi esp铆ritu禄 (Lc 1,47); 芦me llamar谩n feliz todas las generaciones禄 (Lc 1,48). Esto adquiere mayor importancia si se advierte que, en el Evangelio de Lucas, esta felicidad no aparece como un estado de 谩nimo sino como el cumplimiento de las promesas mesi谩nicas en los peque帽os (cf. Lc 6,20-22), que tienen una recompensa grande en el cielo (cf. Lc 6,23).
9. En los primeros siglos del cristianismo, los Santos Padres se interesaron principalmente por la maternidad divina de Mar铆a (Theotokos), por su virginidad perpetua (Aeiparthenos), su perfecta santidad, libre de pecado a lo largo de toda su vida (Panagia) y por su funci贸n de nueva Eva,[11] concentrando en el misterio de la Encarnaci贸n la reflexi贸n sobre la asociaci贸n de Mar铆a a la Redenci贸n de Cristo. El 鈥渟铆鈥 de Mar铆a ante el saludo del arc谩ngel san Gabriel, para que el Verbo de Dios se hiciese carne en su vientre (cf. Lc 1,26-37), da al ser humano la posibilidad de ser divinizado. Por eso, san Agust铆n llama a la Virgen 芦cooperadora禄 en la Redenci贸n, subrayando tanto la acci贸n de Mar铆a junto a Cristo como su subordinaci贸n a 脡l, porque Mar铆a coopera con Cristo para que nazcan 芦en la Iglesia los fieles禄[12] y, por eso, la podemos llamar Madre del Pueblo fiel.
10. Durante el primer milenio, la reflexi贸n sobre la Virgen Mar铆a en la Iglesia remite a la liturgia. La gran y rica diversidad de las tradiciones lit煤rgicas del Oriente cristiano quiso ser un eco fiel de las Sagradas Escrituras, de los Concilios y de los Padres de la Iglesia. La lex orandi que se transform贸 en lex credendi, configura la mariolog铆a oriental desde la himnograf铆a, la iconograf铆a y la piedad popular.[13] Por ejemplo, a partir del siglo V se establecen en Oriente las fiestas marianas que despu茅s, en el siglo VII, pasaron a Occidente. La participaci贸n de la Madre de Dios en la obra de la salvaci贸n se conmemora no s贸lo en las an谩foras y liturgias eucar铆sticas de las Iglesias orientales sino, sobre todo, a trav茅s de los textos himnogr谩ficos utilizados en las Horas can贸nicas, presentes en las diversas tradiciones lit煤rgicas del Oriente cristiano. En la himnograf铆a abundan las composiciones dedicadas a Mar铆a con alegor铆as b铆blicas,[14] que permitieron la profundizaci贸n en el misterio fundamental de la Encarnaci贸n y su significado para la Redenci贸n en Cristo, en un lenguaje pleno de simbolismo po茅tico capaz de expresar el asombro y la maravilla de quienes, siendo de la misma estirpe que Mar铆a, contemplan los prodigios que el Todopoderoso ha realizado en ella.[15]
11. La ense帽anza de los primeros concilios ecum茅nicos comienza a delinear el dogma de Mar铆a, Madre de Dios, luego proclamado en el Concilio de 脡feso. El Oriente cristiano siempre ha sostenido doctrinalmente aquellos dogmas definidos por estos primeros concilios, al menos en aquellas Iglesias que han aceptado los Concilios de 脡feso y Calcedonia. Al mismo tiempo, ha acogido en sus tradiciones lit煤rgicas, himnogr谩ficas e iconogr谩ficas, las narraciones y las leyendas marianas populares referidas a los relatos de la infancia y de la muerte de Jes煤s. Estos relatos buscan alimentar la piedad del Pueblo de Dios, dando voz al lirismo de las im谩genes po茅ticas, que no tienen otro objetivo que despertar el asombro. Esa veneraci贸n a la Madre de Dios se manifiesta, tambi茅n, por medio de la iconograf铆a que ofrece una imagen visual de Mar铆a y del Verbo encarnado. Es significativo que las iconograf铆as tradicionales de esas Iglesias, vinculadas a los Concilios de 脡feso y Calcedonia, representen a Mar铆a mayoritariamente como 芦Theot贸kos禄,[16] y fuesen creadas para contemplar en ellas a la Virgen-Madre que presenta al mundo y abraza a su Hijo, el ni帽o Jes煤s, mientras intercede por la humanidad ante su Hijo. As铆, la iconograf铆a mariana oriental, como kerygma y recordatorio visual de la teolog铆a de los primeros concilios y de los Santos Padres a todo color, quiere ser una traducci贸n visual de los t铆tulos espec铆ficos que se aplican a la Virgen.[17] Por eso los 铆conos tienen que 鈥渓eerse鈥 desde la liturgia y desde los himnos. Mar铆a no es objeto de un culto que viene colocado junto a Cristo, sino que se inserta en el misterio de Cristo a trav茅s de la Encarnaci贸n.[18] Ella es el 铆cono en el que se venera a Cristo mismo. Ella es la Theot贸kos, la Virgen Madre que presenta a su hijo Jes煤s, el Cristo, y es, al mismo tiempo, la Od?g?tria que muestra, se帽alando con su mano, el 煤nico Camino que es Cristo.
12. A partir del siglo XII, la teolog铆a occidental[19] dirige su mirada a la relaci贸n que une a la Virgen Madre con el misterio de la Redenci贸n cruenta del Calvario y se relaciona la imagen de la espada de Sime贸n con la cruz de Cristo. La presencia de Mar铆a al pie de la cruz se entiende como signo de fortaleza cristiana, llena de amor materno. San Bernardo habla de la cooperaci贸n de nuestra Se帽ora en el sacrificio redentor en un comentario sobre la presentaci贸n de Jes煤s en templo.[20] Arnaldo, amigo de san Bernardo y abad benedictino de Bonneval (鈥 despu茅s de 1159), considera por primera vez la cooperaci贸n de Mar铆a con el sacrificio del Calvario junto a su Hijo Jesucristo.[21]
13. La cooperaci贸n de la Madre con el Hijo en la obra de la salvaci贸n ha sido expuesta por el Magisterio de la Iglesia.[22] Como dice el Concilio Vaticano II, 芦con raz贸n, pues, creen los Santos Padres que Dios no utiliz贸 a Mar铆a como un instrumento puramente pasivo, sino que ella colabor贸 por su fe y obediencia libres a la salvaci贸n de los hombres禄.[23] Esta asociaci贸n de la Virgen est谩 presente tanto en la vida terrena de Jesucristo (concepci贸n, nacimiento, muerte y resurrecci贸n) como en el tiempo de la Iglesia.
14. El dogma de la Inmaculada Concepci贸n destaca la primac铆a y unicidad de Cristo en la Redenci贸n, porque tambi茅n la primera redimida es redimida por Cristo y transformada por el Esp铆ritu, antes de cualquier posibilidad de una acci贸n propia.[24] Desde esta especial condici贸n de 鈥減rimera redimida鈥 por Cristo, de 鈥減rimera transformada鈥 por el Esp铆ritu Santo, es como Mar铆a puede cooperar m谩s intensa y profundamente con Cristo y con el Esp铆ritu, convirti茅ndose en prototipo,[25] modelo y ejemplo de lo que Dios quiere realizar en cada persona redimida.[26]
15. La colaboraci贸n de Mar铆a en la obra de la salvaci贸n tiene una estructura trinitaria, porque es el fruto de una iniciativa del Padre, que mir贸 la peque帽ez de su Sierva (cf. Lc 1,48); brota de la ken?sis del Hijo, que se humill贸 tomando la forma de Siervo (cf. Flp 2,7-8) y es efecto de la gracia del Esp铆ritu Santo (cf. Lc 1,28.30), que dispuso el coraz贸n de la joven de Nazaret para responder en la Anunciaci贸n y a lo largo de toda su vida de comuni贸n con su Hijo. San Pablo VI ense帽aba que 芦en la Virgen Mar铆a todo es referido a Cristo y todo depende de 脡l: por 脡l, Dios Padre la eligi贸 desde toda la eternidad como Madre toda santa y la adorn贸 con dones del Esp铆ritu Santo que no fueron concedidos a ning煤n otro禄.[27] El s铆 de Mar铆a no es una simple condici贸n previa a algo que podr铆a haberse llevado a cabo sin su consentimiento y colaboraci贸n. Su maternidad no es simplemente biol贸gica y pasiva,[28] sino que es una maternidad 芦plenamente activa禄[29] que se une al misterio salv铆fico de Cristo como instrumento querido por el Padre en su proyecto de salvaci贸n. Ella 芦es la garant铆a de que 脡l, en cuanto 鈥渘acido de mujer鈥 (Ga 4,4), es aut茅ntico hombre, pero ella es tambi茅n, desde la proclamaci贸n del dogma de Nicea, la Theot贸kos, la que da a luz a Dios禄.[30]
T铆tulos referidos a la cooperaci贸n de Mar铆a en la salvaci贸n
16. Entre los t铆tulos con los que se ha invocado a Mar铆a (Madre de la Misericordia, Esperanza de los pobres, Auxilio de los cristianos, Socorro, Abogada, etc.) hay algunos que hacen referencia, en mayor medida, a su cooperaci贸n en la obra redentora de Cristo, como por ejemplo Corredentora y Mediadora.
Corredentora
17. El t铆tulo de Corredentora aparece en el siglo XV como correcci贸n a la invocaci贸n de Redentora (abreviaci贸n de Madre del Redentor) que Mar铆a ven铆a recibiendo desde el siglo X. San Bernardo asigna a Mar铆a un papel al pie de la cruz que da lugar al t铆tulo de Corredentora que aparece por primera vez en un himno an贸nimo del siglo XV en Salzburgo.[31] Aunque la denominaci贸n de Redentora se hab铆a mantenido durante los siglos XVI y XVII, desapareci贸 totalmente en el XVIII para ser sustituida por Corredentora. La investigaci贸n teol贸gica de la cooperaci贸n de Mar铆a en la Redenci贸n, durante la primera mitad del siglo XX, llev贸 a ahondar m谩s en el contenido del t铆tulo de Corredentora.[32]
18. Algunos Pont铆fices han utilizado este t铆tulo sin detenerse demasiado a explicarlo.[33] Generalmente lo han presentado de dos maneras precisas: en relaci贸n con la maternidad divina, en cuanto Mar铆a como madre ha hecho posible la Redenci贸n realizada en Cristo[34], o bien en referencia a su uni贸n con Cristo junto a la cruz redentora.[35] El Concilio Vaticano II evit贸 utilizar el t铆tulo de Corredentora por razones dogm谩ticas, pastorales y ecum茅nicas. San Juan Pablo II lo utiliz贸, al menos en siete ocasiones, relacion谩ndolo especialmente con el valor salv铆fico de nuestro dolor ofrecido junto al de Cristo, al cual se une Mar铆a sobre todo en la cruz.[36]
19. En la Feria IV del 21 de febrero de 1996, el Prefecto de la entonces Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Joseph Ratzinger, ante la pregunta de si era aceptable la petici贸n del movimiento Vox Populi Mariae Mediatrici para una definici贸n del dogma de Mar铆a como Corredentora o Mediadora de todas las gracias, respondi贸 en su voto particular: 芦Negativo. El significado preciso de los t铆tulos no es claro y la doctrina en ellos contenida no est谩 madura. Una doctrina definida de fe divina pertenece al dep贸sito de la fe, es decir a la revelaci贸n divina vehiculada en la Escritura y en la tradici贸n apost贸lica. Sin embargo, no se ve de un modo claro c贸mo la doctrina expresada en los t铆tulos est茅 presente en la Escritura y en la tradici贸n apost贸lica禄.[37]M谩s adelante, en 2002, expres贸 p煤blicamente su opini贸n contraria al uso de este t铆tulo: 芦La f贸rmula 鈥淐orredentora鈥 se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patr铆stica y, por tanto, provoca malentendidos鈥 Todo procede de 脡l, como dicen sobre todo las ep铆stolas a los Efesios y a los Colosenses. Mar铆a es lo que es gracias a 脡l. La palabra 鈥淐orredentora鈥 ensombrecer铆a ese origen禄. El Cardenal Ratzinger no negaba que hubiese buenas intenciones y aspectos valiosos en la propuesta de uso de este t铆tulo, pero sosten铆a que era 芦un vocablo err贸neo禄[38].
20. El entonces Cardenal mencionaba las Ep铆stolas a los Efesios y a los Colosenses, donde el vocabulario utilizado y el dinamismo teol贸gico de los himnos presenta, de tal modo, la centralidad redentora 煤nica y la fontalidad del Hijo encarnado que queda excluida la posibilidad de agregarle otras mediaciones, porque 芦toda clase de bendiciones espirituales禄 nos son donadas 芦en Cristo禄 (Ef 1,3), porque somos por 脡l hijos adoptivos (cf. Ef 1,5) y en 脡l fuimos agraciados (cf. Ef 1,6), 芦por su sangre, tenemos la redenci贸n禄 (Ef 1,7) y 脡l 芦ha derrochado sobre nosotros禄 (Ef 1,8) su gracia. En 脡l 芦hemos heredado tambi茅n禄 (Ef 1,11) y est谩bamos predestinados. Y Dios ha querido que en 脡l 芦residiera toda la plenitud禄 (Col 1,19) y 芦por 脡l y para 脡l quiso reconciliar todas las cosas禄 (Col 1,20). Semejante alabanza, sobre el lugar 煤nico de Cristo, invita a situar a cualquier criatura en un lugar claramente receptivo y a una religiosa y delicada cautela a la hora de plantear cualquier forma de posible cooperaci贸n en el 谩mbito de la Redenci贸n.
21. El Papa Francisco expres贸, al menos tres veces, su posici贸n claramente contraria al uso del t铆tulo de Corredentora, alegando que Mar铆a 芦jam谩s quiso para s铆 tomar algo de su Hijo. Jam谩s se present贸 como co-redentora. No, disc铆pula禄.[39]La obra redentora ha sido perfecta y no necesita a帽adido alguno. Por ello, 芦nuestra Se帽ora no quiso quitarle ning煤n t铆tulo a Jes煤s [鈥. No pidi贸 para s铆 misma ser cuasi-redentora o una co-redentora: no. El Redentor es uno solo y este t铆tulo no se duplica禄.[40] Cristo 芦es el 煤nico Redentor: no hay co-redentores con Cristo禄,[41] porque 芦el sacrificio de la cruz, ofrecido con coraz贸n amante y obediente, presenta una satisfacci贸n sobreabundante e infinita禄.[42] Si bien nosotros podemos prolongar en el mundo sus efectos (cf. Col 1,24), ni la Iglesia ni Mar铆a pueden reemplazar, o perfeccionar, la obra redentora del Hijo de Dios encarnado, que ha sido perfecta y no necesita a帽adidos.
22. Teniendo en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de Mar铆a a Cristo en la obra de la Redenci贸n, es siempre inoportuno el uso del t铆tulo de Corredentora para definir la cooperaci贸n de Mar铆a. Este t铆tulo corre el riesgo de oscurecer la 煤nica mediaci贸n salv铆fica de Cristo y, por tanto, puede generar confusi贸n y un desequilibrio en la armon铆a de verdades de la fe cristiana, porque 芦no hay salvaci贸n en ning煤n otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos禄 (Hch 4,12). Cuando una expresi贸n requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desv铆e de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente. En este caso, no ayuda a ensalzar a Mar铆a como la primera y m谩xima colaboradora en la obra de la Redenci贸n y de la gracia, porque el peligro de oscurecer el lugar exclusivo de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvaci贸n, 煤nico capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito, no ser铆a un verdadero honor a la Madre. En efecto, ella, como 芦esclava del Se帽or禄 (Lc 1,38), nos se帽ala a Cristo y nos pide hacer芦lo que 脡l os diga禄 (Jn 2,5).
Mediadora
23. El concepto de mediaci贸n se utiliza en la patr铆stica oriental a partir del siglo VI. En siglos posteriores, san Andr茅s de Creta[43], san Germ谩n de Constantinopla[44] y san Juan Damasceno[45] utilizan este t铆tulo con diferentes significados. En Occidente, desde el siglo XII se hace m谩s frecuente su uso, aunque no ser谩 hasta el siglo XVII cuando se enuncie como tesis doctrinal. En 1921 el Cardenal Mercier, Arzobispo de Malinas, con la colaboraci贸n cient铆fica de la Universidad Cat贸lica de Lovaina y el apoyo de obispos, del clero y del pueblo belga, pidi贸 al Papa Benedicto XV la definici贸n dogm谩tica de la mediaci贸n universal de Mar铆a, pero el Papa no accedi贸. S贸lo aprob贸 una fiesta con la misa propia y el oficio de Mar铆a Mediadora.[46] Desde entonces hasta el a帽o 1950 se desarroll贸 una investigaci贸n teol贸gica sobre la cuesti贸n, que llegar谩 hasta la fase preparatoria del Concilio Vaticano II. El Concilio no entr贸 en declaraciones dogm谩ticas[47] sino que prefiri贸 presentar una extensa s铆ntesis 芦de la doctrina cat贸lica sobre el puesto que Mar铆a Sant铆sima ocupa en el misterio de Cristo y de la Iglesia禄.[48]
24. La sentencia b铆blica referida a la exclusiva mediaci贸n de Cristo es contundente. Cristo es el 煤nico Mediador, 芦pues Dios es uno, y 煤nico tambi茅n el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jes煤s, que se entreg贸 en rescate por todos禄 (1 Tm 2,5-6). La Iglesia ha explicado este lugar 煤nico de Cristo porque, siendo el Hijo eterno e infinito, a 脡l est谩 unida hipost谩ticamente la Humanidad que asumi贸. Este lugar es exclusivo de esa Humanidad y las consecuencias que de ello se derivan s贸lo pueden aplicarse a Cristo. En este sentido preciso, el papel del Verbo encarnado es exclusivo y 煤nico. Ante tal claridad en la Palabra revelada, se requiere una especial prudencia en la aplicaci贸n de esta expresi贸n, 鈥淢ediadora鈥, a Mar铆a. Frente a una tendencia a ampliar los alcances de la cooperaci贸n de Mar铆a a partir de este t茅rmino, es conveniente precisar tanto su valioso alcance como sus l铆mites.
25. Por una parte, no podemos ignorar que existe un uso muy com煤n de la palabra 鈥渕ediaci贸n鈥 en los 贸rdenes m谩s variados de la vida social, donde se entiende simplemente como cooperaci贸n, ayuda, intercesi贸n. Por consiguiente, es inevitable que se aplique a Mar铆a en sentido subordinado y de ning煤n modo pretende a帽adir alguna eficacia, o potencia, a la 煤nica mediaci贸n de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
26. Por otra parte, es evidente que hubo una forma de real mediaci贸n de Mar铆a para hacer posible la verdadera Encarnaci贸n del Hijo de Dios en nuestra humanidad, porque se requer铆a que el Redentor fuera 芦nacido de mujer禄 (Ga 4,4). El relato de la Anunciaci贸n muestra que no se trat贸 de una mediaci贸n 煤nicamente biol贸gica ya que destaca la presencia activa de Mar铆a preguntando (cf. Lc 1,29.34) y aceptando con una firme decisi贸n: 芦h谩gase禄 (Lc 1,38). Esa respuesta de Mar铆a abri贸 las puertas de la Redenci贸n que toda la humanidad esperaba y que los santos han descrito con po茅tico dramatismo.[49] Tambi茅n en las bodas de Can谩 Mar铆a cumple una funci贸n mediadora cuando presenta a Jes煤s la necesidad de los novios (cf. Jn 2,3) y cuando pide a los servidores que sigan las indicaciones de Jes煤s (cf. Jn 2,5).
27. La terminolog铆a de la mediaci贸n en el Concilio Vaticano II aparece referida sobre todo a Cristo y, a veces, tambi茅n a Mar铆a, pero de manera claramente subordinada.[50] De hecho, para ella se prefiri贸 usar otra terminolog铆a centrada en la cooperaci贸n[51] o en la ayuda maternal.[52] La ense帽anza del Concilio formula claramente la perspectiva de la intercesi贸n materna de Mar铆a, con expresiones como 芦m煤ltiple intercesi贸n禄 y 芦protecci贸n maternal禄.[53] Estos dos aspectos unidos configuran lo espec铆fico de la cooperaci贸n de Mar铆a en la acci贸n de Cristo por el Esp铆ritu.En sentido estricto, no podemos hablar de otra mediaci贸n en la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado.[54] Por eso es necesario recordar siempre, y no oscurecer, la convicci贸n cristiana que 芦debe ser firmemente cre铆da, como dato perenne de la fe de la Iglesia, la proclamaci贸n de Jesucristo, Hijo de Dios, Se帽or y 煤nico salvador, que en su evento de encarnaci贸n, muerte y resurrecci贸n ha llevado a cumplimiento la historia de la salvaci贸n, que tiene en 脡l su plenitud y su centro禄.[55]
Mar铆a en la mediaci贸n 煤nica de Cristo
28. Al mismo tiempo, necesitamos recordar que la unicidad de la mediaci贸n de Cristo es 鈥渋nclusiva鈥, es decir, Cristo posibilita diversas formas de participaci贸n en el cumplimiento de su proyecto salv铆fico porque, en la comuni贸n con 脡l, todos podemos ser, de alguna manera, cooperadores de Dios, 鈥渕ediadores鈥 unos para con otros (cf. 1 Co 3,9). Precisamente porque Cristo tiene un poder infinitamente supremo, 脡l puede promover a sus hermanos para hacerles capaces de una verdadera cooperaci贸n en la realizaci贸n de sus designios. El Concilio Vaticano II sostuvo que 芦la 煤nica mediaci贸n del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboraci贸n diversa que participa de la 煤nica fuente禄.[56] Por ello 芦se debe profundizar el contenido de esta mediaci贸n participada, siempre bajo la norma del principio de la 煤nica mediaci贸n de Cristo禄.[57] Es verdad que la Iglesia prolonga en el tiempo y comunica, en todas partes, los efectos del acontecimiento pascual de Cristo[58] y que Mar铆a tiene un lugar 煤nico en el coraz贸n de la Iglesia madre.[59]
29. La participaci贸n de Mar铆a en la obra de Cristo resulta evidente si se parte de esta convicci贸n de que el Se帽or resucitado promueve, transforma y capacita a los creyentes para que colaboren con 脡l en su obra. Esto no ocurre por una debilidad, incapacidad o necesidad de Cristo mismo, sino precisamente por su glorioso poder, que es capaz de asumirnos, generosa y gratuitamente, como colaboradores en su obra. Aquello que se debe destacar en este caso es, precisamente, lo siguiente: que cuando 脡l nos permite que le acompa帽emos y que, bajo el impulso de su gracia, demos lo mejor de nosotros mismos, son su propio poder y su misericordia los que, en definitiva, son glorificados.
Fecundos en el Cristo glorioso
30. Particularmente iluminador es el texto:芦El que cree en m铆, tambi茅n 茅l har谩 las obras que yo hago, y a煤n mayores, porque yo me voy al Padre禄 (Jn 14,12). Los creyentes, unidos al Cristo resucitado, que ha vuelto al seno del Padre, pueden realizar obras que superan los prodigios del Jes煤s terreno, pero siempre gracias a su uni贸n con Cristo glorioso por la fe. Es lo que se manifest贸, por ejemplo, en la admirable expansi贸n de la Iglesia primitiva, porque el Resucitado hizo part铆cipe a su Iglesia en esta obra suya (cf. Mc 16,15). De este modo su gloria no se vio disminuida, sino que se manifest贸 m谩s todav铆a, mostr谩ndose como un poder capaz de transformar a los creyentes, volvi茅ndolos fecundos junto con 脡l.
31. En los Padres de la Iglesia esta idea encontr贸 una peculiar expresi贸n en el comentario a Jn 7,37-39, porque algunos interpretaron la promesa de los 芦r铆os de agua viva禄 como referida a los creyentes. Es decir, los propios creyentes, transformados por la gracia de Cristo, se convierten en manantiales para los dem谩s. Or铆genes explicaba que el Se帽or cumple lo que anunci贸 en Jn 7,38 porque hace brotar de nosotros corrientes de agua: 芦el alma del ser humano, que es a imagen de Dios, puede contener en s铆 y producir de s铆 pozos, fuentes y r铆os禄.[60] San Ambrosio recomendaba beber del costado abierto de Cristo 芦para que abunde en ti la fuente de agua que salta a la vida eterna禄.[61] Santo Tom谩s de Aquino lo expresaba afirmando que, si un creyente 芦se apresura a comunicar a otros diversos dones de la gracia que recibi贸 de Dios, de su seno fluyen aguas vivas禄.[62]
32. Si esto vale para cada creyente, cuya cooperaci贸n con Cristo se vuelve cada vez m谩s fecunda cuanto m谩s se deja transformar por la gracia, con mayor raz贸n debe afirmarse de Mar铆a, de un modo 煤nico y supremo. Ella es la 芦llena de gracia禄 (Lc 1,28) que, sin poner obst谩culos a la obra de Dios, dijo: 芦He aqu铆 la esclava del Se帽or; h谩gase en m铆 seg煤n tu palabra禄 (Lc 1,38). Ella es la Madre que dio al mundo al Autor de la Redenci贸n y de la gracia, que se mantuvo firme junto a la cruz (cf. Jn 19,25), sufriendo junto al Hijo, ofreciendo el dolor de su coraz贸n materno atravesado por la espada (cf. Lc 2,35). Ella estuvo unida a Cristo desde la Encarnaci贸n hasta la cruz y la Resurrecci贸n de un modo exclusivo y superior a cuanto podr铆a ocurrir con cualquier creyente.
33. Todo esto no por m茅ritos propios, sino porque a ella se aplicaron plenamente de forma peculiar y anticipada los m茅ritos de Cristo en la cruz, para gloria del 煤nico Se帽or y Salvador.[63] Ella es, en definitiva, un canto a la eficacia de la gracia de Dios, de modo que cualquier reconocimiento a su hermosura remite inmediatamente a la glorificaci贸n del origen fontal de todo bien: la Trinidad. La grandeza incomparable de Mar铆a est谩 en lo que ha recibido, y en su confiada disponibilidad para dejarse invadir por el Esp铆ritu. Cuando nos esforzamos en atribuirle a ella funciones activas paralelas a las de Cristo, nos alejamos de esa incomparable hermosura que es espec铆fica suya. La expresi贸n 鈥渕ediaci贸n participada鈥 puede expresar un sentido preciso y valioso del lugar de Mar铆a, pero inadecuadamente comprendida podr铆a, f谩cilmente, oscurecerlo y hasta contradecirlo. La mediaci贸n de Cristo, que bajo algunos aspectos puede ser 鈥渋nclusiva鈥 o participada, bajo otros aspectos es exclusiva e incomunicable.
Madre de los creyentes
34. En el caso de Mar铆a, esta mediaci贸n se realiza en forma maternal[64], tal como hizo en Can谩[65] y como qued贸 ratificada en la cruz.[66] As铆 lo explicaba el Papa Francisco: 芦Ella es la Madre. Y este es el t铆tulo que recibi贸 de Jes煤s, justo ah铆, en el momento de la cruz (cf. Jn 19,25-27). Tus hijos, t煤 eres Madre. [鈥 Recibi贸 el don de ser su Madre y el deber de acompa帽arnos como Madre, de ser nuestra Madre禄.[67]
35. El t铆tulo de Madre hunde sus ra铆ces en la Sagrada Escritura y en los Santos Padres, es propuesto por el Magisterio y la formulaci贸n de su contenido ha ido en progreso hasta la exposici贸n del Concilio Vaticano II[68] y la expresi贸n maternidad espiritual en la enc铆clica Redemptoris Mater.[69] Esta maternidad espiritual de Mar铆a brota de su maternidad f铆sica del Hijo de Dios. Engendrando f铆sicamente a Cristo, a partir de su aceptaci贸n libre y creyente de esta misi贸n, la Virgen engendraba en la fe a todos los cristianos que son miembros del Cuerpo m铆stico de Cristo, es decir, engendraba al Cristo total, cabeza y miembros.[70]
36. La participaci贸n de la Virgen Mar铆a, como Madre, en la vida de su Hijo, desde la Encarnaci贸n hasta la cruz y la Resurrecci贸n, da un car谩cter 煤nico y singular a su cooperaci贸n en la obra redentora de Cristo,de manera especial para la Iglesia, 芦cuando considera la Maternidad espiritual de Mar铆a para con todos los miembros del Cuerpo m铆stico; en confiada invocaci贸n, cuando experimenta la intercesi贸n de su Abogada y Auxiliadora禄.[71] Este aspecto materno es el que caracteriza la relaci贸n de la Virgen con Cristo y su colaboraci贸n en todos los momentos de la obra de la salvaci贸n. En su misi贸n como Madre, Mar铆a tiene una relaci贸n singular con el Redentor y, tambi茅n, con los que han sido redimidos, de los cuales ella misma es la primera. 芦Mar铆a es typos (modelo) de la Iglesia y del nuevo nacimiento que ha de acaecer en ella禄, pero a煤n m谩s, ella es s铆mbolo y 芦compendio de esta misma Iglesia禄.[72] Es una maternidad que nace del don total de s铆 y de la llamada a convertirse en servidora del misterio.[73] En esta maternidad de Mar铆a se sintetiza cuanto podemos decir de la maternidad seg煤n la gracia y del lugar actual de Mar铆a en la Iglesia entera.
37. La maternidad espiritual de Mar铆a tiene unas caracter铆sticas determinadas:
a) Encuentra su fundamento en el hecho de ser Madre de Dios y se prolonga en la maternidad para con los disc铆pulos de Cristo[74] y a煤n con todos los seres humanos.[75] En este sentido la cooperaci贸n de Mar铆a es singular y se distingue de las cooperaciones de 芦las dem谩s criaturas禄.[76] Su intercesi贸n tiene una caracter铆stica que no es la de una mediaci贸n sacerdotal, como aquella de Cristo, sino que se sit煤a en el orden y la analog铆a de la maternidad.[77]Asociando la intercesi贸n de Mar铆a a su obra, los dones que nos llegan del Se帽or se nos presentan con un aspecto materno, cargados de la ternura y de la cercan铆a de la Madre[78] que Jes煤s ha querido compartir con nosotros (cf. Jn 19,27).
b) La cooperaci贸n materna de Mar铆a es en Cristo, y por tanto participada, es decir, 芦como una participaci贸n de esta 煤nica fuente que es la mediaci贸n de Cristo mismo禄.[79] Mar铆a entra de una manera del todo personal en la 煤nica mediaci贸n de Cristo.[80] La funci贸n materna de Mar铆a 芦de ninguna manera disminuye o hace sombra a la 煤nica mediaci贸n de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Sant铆sima Virgen en la salvaci贸n de los hombres禄 brota de la 芦sobreabundancia de los m茅ritos de Cristo, se apoya en su mediaci贸n, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia禄.[81] En su maternidad, Mar铆a no es un obst谩culo interpuesto entre los seres humanos y Cristo; al contrario, su funci贸n materna est谩 indisolublemente unida a la de Cristo y orientada a 脡l. As铆 entendida, la maternidad de Mar铆a no pretende debilitar la 煤nica adoraci贸n que se debe solamente a Cristo, sino estimularla.[82] Por ello se deben evitar los t铆tulos y expresiones referidas a Mar铆a que la presenten como una especie de 鈥減ararrayos鈥 ante la justicia del Se帽or, como si Mar铆a fuese una alternativa necesaria ante la insuficiente misericordia de Dios. El Concilio Vaticano II reafirm贸 c贸mo deb铆a ser el culto dado a Mar铆a: 芦un culto orientado al centro cristol贸gico de la fe cristiana, de modo que 鈥渕ientras es honrada la Madre, el Hijo sea debidamente conocido, amado, glorificado鈥澛.[83] En definitiva, la maternidad de Mar铆a est谩 subordinada[84] a la elecci贸n del Padre, a la obra de Cristo y a la acci贸n del Esp铆ritu Santo.
c) La Iglesia no es s贸lo un punto de referencia para la maternidad espiritual de Mar铆a sino que es, precisamente en la dimensi贸n sacramental de la Iglesia, donde se desarrolla siempre su funci贸n materna.[85] Mar铆a act煤a con la Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia. El ejercicio de su maternidad se encuentra en la comuni贸n eclesial y no fuera de ella; conduce a la Iglesia y la acompa帽a. La Iglesia aprende de Mar铆a la propia maternidad[86]: en la acogida de la Palabra de Dios que evangeliza, convierte y anuncia a Cristo; en el don de la vida sacramental del Bautismo y de la Eucarist铆a, y en la educaci贸n y formaci贸n maternal que ayuda a nacer y a crecer a los hijos de Dios.[87] Por eso, se puede decir que 芦la fecundidad de la Iglesia es la misma fecundidad de Mar铆a; y se realiza en la existencia de sus miembros en la medida en que estos reviven, 鈥渆n peque帽o鈥, lo que vivi贸 la Madre, es decir, que aman con el amor de Jes煤s禄.[88]Como Madre, al igual que la Iglesia, Mar铆a espera que Cristo sea engendrado en nosotros,[89] no ocupa su lugar. Por ello, 芦gracias al inmenso manantial que mana del costado abierto de Cristo, la Iglesia, Mar铆a y todos los creyentes, de diferentes maneras, se convierten en canales de agua viva. As铆 Cristo mismo despliega su gloria en nuestra peque帽ez禄.[90]
Intercesi贸n
38. Mar铆a est谩 unida a Cristo de un modo 煤nico por su maternidad y por ser llena de gracia. Esto se insin煤a en el saludo del 谩ngel (cf. Lc 1,28) cuando utiliza una palabra (kecharit?men?) que es 煤nica y exclusiva en toda la Biblia. Ella, la que acogi贸 en su vientre la fuerza del Esp铆ritu Santo y fue Madre de Dios, se convierte, por ese mismo Esp铆ritu, en Madre de la Iglesia.[91] Por esa uni贸n peculiar en la maternidad y en la gracia, su oraci贸n por nosotros tiene un valor y una eficacia que no se pueden comparar con cualquier otra intercesi贸n. San Juan Pablo II relacionaba el t铆tulo de 鈥渕ediadora鈥 con esta funci贸n de intercesi贸n materna. Porque ella 芦se pone鈥渆n medio鈥, o sea hace de mediadora no como una persona extra帽a, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede 鈥攎谩s bien 鈥渢iene el derecho de鈥濃 hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres禄.[92]
39. La fe cat贸lica lee en las Escrituras que quienes est谩n junto a Dios en el cielo pueden seguir realizando estos actos de amor, intercediendo por nosotros y acompa帽谩ndonos. Vemos, por ejemplo, que los 谩ngeles son 芦esp铆ritus servidores con la misi贸n de asistir a los que han de heredar la salvaci贸n禄 (Hb 1,14). Se habla de misiones cumplidas por 谩ngeles (cf. Tb 5,4; 12,12; Hch 12,7-11; Ap 8,3-5). Hay 谩ngeles auxiliando a Jes煤s en el desierto de las tentaciones (cf. Mt 4,11) y en la pasi贸n (cf. Lc 22,43). En el Salmo se nos promete que 芦a sus 谩ngeles ha dado 贸rdenes para que te guarden en tus caminos禄 (Sal 91,11).
40. Estos textos nos indican que el cielo no est谩 completamente separado de la tierra. Esto abre la posibilidad de la intercesi贸n por nosotros a quienes est谩n en el cielo. El Libro de Zacar铆as nos presenta un 谩ngel de Dios que dice: 芦Se帽or del universo, 驴hasta cu谩ndo seguir谩s sin compadecerte de Jerusal茅n y de las ciudades de Jud谩 contra las que te enojaste durante setenta a帽os?禄 (Za 1,12). De modo an谩logo, el Apocalipsis nos habla de los 鈥渄egollados鈥, los m谩rtires en el cielo, que intervienen pidiendo a Dios que act煤e en la tierra para liberarnos de las injusticias: 芦Vi debajo del altar las almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y del testimonio que manten铆an. Y gritaban con voz potente: 鈥溌縃asta cu谩ndo, due帽o santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin vengar nuestra sangre de los habitantes de la tierra?鈥澛 (Ap 6,9-10). Ya en la tradici贸n judeo-helen铆stica aparec铆a la convicci贸n de que los justos fallecidos interceden por el pueblo (cf. 2 M 15,12-14).
41. Mar铆a, que en el cielo ama al 芦resto de sus hijos禄 (Ap 12,17), as铆 como acompa帽aba la oraci贸n de los ap贸stoles cuando recibieron el Esp铆ritu Santo (cf. Hch 1,14), tambi茅n ahora, acompa帽a nuestras plegarias con su intercesi贸n materna. De este modo, contin煤a la actitud de servicio y compasi贸n que mostraba en las bodas de Can谩 (cf. Jn 2,1-11) y hoy sigue dirigi茅ndose a Jes煤s para decirle: 芦No tienen vino禄 (Jn 2,3). En su canto de alabanza vemos a Mar铆a como una mujer de su pueblo, que alaba a Dios porque 芦enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes禄 (Lc 1,52-53), porque 芦auxilia a Israel, su siervo, acord谩ndose de la misericordia鈥攃omo lo hab铆a prometido a nuestros padres禄 (Lc 1,54-55), y reconocemos su prontitud cuando se acerca sin demora para ayudar a su prima Isabel (cf. Lc 1,39-40). Por eso el Pueblo de Dios conf铆a firmemente en su intercesi贸n.
42. Entre los elegidos y glorificados junto a Cristo est谩 en primer lugar la Madre, por eso podemos afirmar que existe una colaboraci贸n 煤nica de Mar铆a en la obra salv铆fica que Cristo realiza en su Iglesia. Se trata de una intercesi贸n que la convierte en signo materno de la misericordia del Se帽or. De esta manera, porque as铆 脡l libremente lo ha querido, el Se帽or otorga a su propia acci贸n en nosotros un rostro materno.[93]
Cercan铆a materna
43. La presencia de las diversas advocaciones, de las im谩genes y de los santuarios marianos manifiestan esa maternidad real de Mar铆a que se hace cercana a la vida de sus hijos. Sirva como ejemplo la manifestaci贸n de la Madre al indio san Juan Diego en el monte del Tepeyac. Mar铆a lo llama con las palabras tiernas de una madre: 芦Hijito m铆o el m谩s peque帽o, mi Juanito禄. Y, ante las dificultades que san Juan Diego le manifiesta para llevar a cabo la misi贸n encomendada, Mar铆a le revela la fuerza de su maternidad: 芦驴No estoy yo aqu铆, yo que tengo el honor de ser tu madre? [鈥. 驴Qu茅 no est谩s en mi regazo, en el cruce de mis brazos?禄.[94]
44. Esa experiencia del afecto maternal de Mar铆a, que vivi贸 san Juan Diego, es la experiencia personal de los cristianos que reciben el afecto de Mar铆a y que ponen en sus manos芦las necesidades de la vida de cada d铆a y abren confiados su coraz贸n para solicitar su intercesi贸n maternal y obtener su tranquilizadora protecci贸n禄.[95] M谩s all谩 de las manifestaciones extraordinarias de su cercan铆a, existen expresiones cotidianas constantes de su maternidad en la vida de todos sus hijos. Aun cuando no pedimos su intercesi贸n, ella se muestra cercana como Madre, para ayudarnos a reconocer el amor del Padre, a contemplar la entrega salvadora de Cristo, a acoger la acci贸n santificadora del Esp铆ritu. Es tan grande su valor para la Iglesia que los pastores deben evitar cualquier instrumentaci贸n pol铆tica de esta cercan铆a de la Madre. El Papa Francisco lo advirti贸, en diversas ocasiones, y mostr贸 su preocupaci贸n por 芦las propuestas de tinte ideol贸gico-cultural de diverso signo que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su madre禄.[96]
Madre de la gracia
45. Este sentido de 鈥淢adre de los creyentes鈥 permite hablar de una acci贸n de Mar铆a tambi茅n en relaci贸n con nuestra vida de la gracia. Pero conviene advertir que ciertas expresiones, que pueden ser teol贸gicamente aceptables, f谩cilmente se cargan de un imaginario y un simbolismo que transmite, de hecho, otros contenidos menos aceptables. Por ejemplo, se presenta a Mar铆a como si ella tuviera un dep贸sito de gracia separado de Dios, donde no se percibe tan claramente que el Se帽or, en su generosa y libre omnipotencia, ha querido asociarla a la comunicaci贸n de esa vida divina que brota de un 煤nico centro que es el Coraz贸n de Cristo, no de Mar铆a.[97] Tambi茅n es frecuente que ella sea presentada o imaginada como una fuente de donde mana toda gracia. Si se tiene en cuenta que la inhabitaci贸n trinitaria (gracia increada) y la participaci贸n de la vida divina (gracia creada) son inseparables, no podemos pensar que este misterio pueda estar condicionado por un 鈥減aso鈥 a trav茅s de las manos de Mar铆a. Imaginarios de este tipo enaltecen a Mar铆a de tal modo que la centralidad del mismo Cristo puede desaparecer o, al menos, resultar condicionada. El Cardenal Ratzinger expres贸 que el t铆tulo de Mar铆a mediadora de todas las gracias tampoco se ve铆a claramente fundado en la Revelaci贸n,[98] y en sinton铆a con esta convicci贸n podemos reconocer las dificultades que conlleva tanto en la reflexi贸n teol贸gica como en la espiritualidad.
46. Para evitar estas dificultades, la maternidad de Mar铆a en el orden de la gracia debe entenderse como dispositiva. Por una parte, por su car谩cter de intercesi贸n,[99]ya que la intercesi贸n materna es expresi贸n de esa 芦protecci贸n maternal禄[100] que permite reconocer en Cristo el 煤nico Mediador entre Dios y los hombres. Por otra parte, su presencia materna en nuestras vidas no excluye diversas acciones de Mar铆a motivando la apertura de nuestros corazones a la acci贸n de Cristo en el Esp铆ritu Santo. As铆 nos ayuda, de diversas maneras, a disponernos a la vida de la gracia que solamente el Se帽or puede infundir en nosotros.
47. Nuestra salvaci贸n es obra s贸lo de la gracia salvadora de Cristo y no de alg煤n otro. San Agust铆n afirmaba que 芦este reino de muerte lo destruye en cada ser humano s贸lo la gracia del Salvador禄[101] y lo explicaba claramente con la redenci贸n del hombre injusto: 芦驴Qui茅n querr铆a morir por un injusto, por un imp铆o, sino s贸lo Cristo, tan inocente como para poder justificar incluso a los injustos? Por lo tanto, hermanos m铆os, no tuvimos obra meritoria, sino s贸lo dem茅ritos. Pero aunque las obras de los hombres eran tales, su misericordia no los abandon贸 y [鈥 en lugar del castigo debido, les otorg贸 la gracia que no merec铆an [...] para rescatarnos, no a precio de oro ni de plata, sino a precio de su sangre derramada禄.[102] Por eso, cuando santo Tom谩s de Aquino se pregunta si alguien puede merecer para otro responde que 芦s贸lo Cristo puede merecer para otro la gracia primera禄.[103] Ning煤n otro ser humano puede merecerla en sentido estricto (de condigno), y en este punto no cabe duda alguna: 芦Nadie puede ser justo sino aquel a quien se comunican los m茅ritos de la pasi贸n de Nuestro Se帽or Jesucristo禄.[104] Tambi茅n la plenitud de gracia de Mar铆a existe porque ella la recibi贸 gratuitamente, antes de cualquier acci贸n suya, 芦en atenci贸n a los m茅ritos de Jesucristo Salvador del g茅nero humano禄.[105] S贸lo los m茅ritos de Jesucristo, entregado hasta el fin, son los que se nos aplican en nuestra justificaci贸n, que 芦puesto que tiene por t茅rmino el bien eterno de la participaci贸n divina, es una obra m谩s excelente que la creaci贸n del cielo y la tierra禄.[106]
48. Sin embargo, un ser humano puede participar con su deseo del bien del hermano, y es razonable (congruo) que Dios cumpla ese deseo de caridad que la persona puede expresar 芦con su oraci贸n禄 o 芦mediante las obras de misericordia禄.[107] Es verdad que este don de la gracia s贸lo puede ser derramado por Dios, ya que 芦excede toda proporci贸n de nuestra naturaleza禄[108]y existe una distancia infinita[109] entre nuestra naturaleza y su vida divina. Sin embargo, puede hacerlo cumpliendo el deseo de la Madre, que de este modo se asocia gozosamente a la obra divina como humilde servidora.
49. Como en Can谩, Mar铆a no le dice a Cristo lo que tiene que hacer. Ella intercede manifestando a Cristo nuestras carencias, necesidades y sufrimientos para que 脡l act煤e con su poder divino:[110] 芦No tienen vino禄 (Jn 2,3). Tambi茅n hoy ella ayuda a disponernos para la acci贸n de Dios:[111] 芦Haced lo que 脡l os diga禄 (Jn 2,5). Sus palabras no son una simple indicaci贸n, sino que se convierten en verdadera pedagog铆a materna que introduce a la persona, bajo la acci贸n del Esp铆ritu, en el sentido profundo del misterio de Cristo.[112] Mar铆a escucha, decide y act煤a[113] para ayudarnos a abrir nuestra existencia a Cristo y a su gracia,[114] porque 脡l es el 煤nico que obra en lo m谩s 铆ntimo de nuestro ser.
All铆 donde s贸lo Dios puede llegar
50. Como nos recuerda el Catecismo, la gracia santificante es 芦ante todo y principalmente, el don del Esp铆ritu que nos justifica y nos santifica禄.[115] No es simplemente una ayuda, una energ铆a que se posea, sino que 芦es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Esp铆ritu Santo en nuestra alma禄[116] que se puede describir como inhabitaci贸n de la Trinidad en lo m谩s 铆ntimo, como amistad con Dios, como alianza con el Se帽or. Exclusivamente Dios puede hacerlo, porque implica superar una desproporci贸n 芦infinita禄.[117] Esa donaci贸n de s铆 de la Trinidad, ese 芦entra帽arse en el alma禄[118] (illabitur) por parte de Dios mismo, implica un efecto de transformaci贸n inherente en lo m谩s 铆ntimo del creyente.[119]Santo Tom谩s de Aquino utilizaba para esta penetraci贸n en el interior del ser humano este verbo que s贸lo pod铆a aplicarse a Dios, illabi, ya que s贸lo Dios, no siendo una creatura, puede llegar a esa intimidad personal sin violentar la libertad y la identidad de la persona.[120]S贸lo Dios llega al centro m谩s 铆ntimo de una persona para realizar su elevaci贸n y transformaci贸n cuando se entrega como amigo y por ello 芦ninguna creatura puede conferir la gracia禄.[121] Santo Tom谩s lo repite al hablar de la gracia sacramental: en cuanto causa principal 芦s贸lo Dios produce el efecto interior del sacramento. Porque s贸lo 脡l penetra en el alma, donde se produce el efecto sacramental 鈥攏adie puede obrar inmediatamente donde no est谩鈥, ya que la gracia, que es un efecto interior del sacramento, proviene s贸lo de Dios禄.[122]
51. Otros autores se expresaron de un modo semejante[123], pero cabe destacar a san Buenaventura. 脡l ense帽aba que, cuando Dios obra con la gracia santificante en un ser humano, lo vuelve absolutamente inmediato a 脡l.[124]Dios, por la gracia, se hace plenamente cercano al ser humano, con una absoluta inmediatez, con un 鈥渆ntra帽amiento鈥 en lo 铆ntimo del ser humano que s贸lo 脡l puede lograr.[125]La misma gracia creada, entonces, no obra como un 鈥渋ntermediario鈥, sino que es efecto directo de la amistad que Dios regala tocando directamente el coraz贸n humano. Y as铆, siendo Dios quien realiza la transformaci贸n de la persona cuando se entrega como amigo, no hay medio alguno entre Dios y el ser humano transformado.[126] S贸lo Dios es capaz de penetrar as铆, tan hondo, para santificar, hasta hacerse absolutamente inmediato, y s贸lo 脡l puede hacerlo sin anular a la persona.[127]
52. En la Encarnaci贸n, el Hijo eterno y natural de Dios[128] asume una naturaleza humana que ocupa un lugar 煤nico en la econom铆a de la salvaci贸n. Hipost谩ticamente unida al Hijo por una gracia que 芦es sin duda alguna infinita禄,[129] esta Humanidad 芦tuvo la gracia en grado sumo. De ah铆 que, por la eminencia de la gracia que recibi贸, le competa [competit sibi] hacer llegar tal gracia a los dem谩s. Esto es propio de la cabeza禄.[130] Esa Humanidad participa en la efusi贸n de la gracia santificante, que de ella desborda o 芦redunda禄.[131] En consecuencia, 芦seg煤n su humanidad, es principio de toda gracia禄 como Cabeza desde la cual esta llega a los dem谩s (芦in alios transfunderetur禄).[132] Esta naturaleza humana es inseparable de nuestra salvaci贸n, ya que 芦con la encarnaci贸n, todas las acciones salv铆ficas del Verbo de Dios, se hacen siempre en uni贸n con la naturaleza humana que 茅l ha asumido para la salvaci贸n de todos los hombres禄.[133] A trav茅s de esa naturaleza humana asumida, el Hijo de Dios 芦se ha unido, en cierto modo, con todo hombre禄 y 芦con la entrega lib茅rrima de su sangre nos mereci贸 la vida禄.[134] Por la gracia, los fieles se unen a Cristo y participan en su misterio pascual, de modo que pueden vivir una uni贸n 铆ntima y 煤nica con 脡l que san Pablo expresaba con estas palabras: 芦pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en m铆禄 (Ga 2,20).
53. Ninguna persona humana, ni siquiera los ap贸stoles o la Sant铆sima Virgen, puede actuar como dispensadora universal de la gracia. S贸lo Dios puede regalar la gracia[135] y lo hace por medio de la Humanidad de Cristo[136], ya que 芦la plenitud de gracia de Cristo hombre la tiene como unig茅nito del Padre禄.[137] Aunque la Sant铆sima Virgen Mar铆a es preeminentemente 鈥渓lena de gracia鈥 y 鈥淢adre de Dios鈥, ella, como nosotros, es hija adoptiva del Padre y tambi茅n, como escribe el poeta Dante Alighieri, 芦hija de tu Hijo禄.[138] Ella coopera en la econom铆a de la salvaci贸n por una participaci贸n derivada y subordinada; por lo tanto, cualquier lenguaje sobre su 鈥渕ediaci贸n鈥 en la gracia debe entenderse en analog铆a remota con Cristo y su mediaci贸n 煤nica.[139]
54. En la perfecta inmediatez entre un ser humano y Dios en la comunicaci贸n de la gracia, ni siquiera Mar铆a puede intervenir. Ni la amistad con Jesucristo ni la inhabitaci贸n trinitaria pueden concebirse como algo que nos llega a trav茅s de Mar铆a o de los santos. En todo caso, lo que podemos decir es que Mar铆a desea ese bien para nosotros y lo pide junto a nosotros. La liturgia, que es tambi茅n lex credendi, nos permite reafirmar esta cooperaci贸n de Mar铆a, no en la comunicaci贸n de la gracia sino en la intercesi贸n materna. De hecho, en la liturgia de la Solemnidad de la Inmaculada Concepci贸n, cuando se explica en qu茅 sentido el privilegio concedido a Mar铆a se hizo en vista del bien del Pueblo, se afirma que fue dispuesta como 芦abogada de gracia禄,[140] es decir, que intercede pidiendo para nosotros el don de la gracia.
55. Como ense帽a el Concilio Vaticano II, 芦el influjo de la Sant铆sima Virgen Mar铆a en la salvaci贸n de los hombres [鈥 favorece y de ninguna manera impide la uni贸n inmediata de los creyentes con Cristo禄.[141] Por ese motivo, se debe evitar cualquier descripci贸n que haga pensar, de un modo neoplat贸nico, en una especie de derramamiento de la gracia por etapas, como si la gracia de Dios fuese descendiendo a trav茅s de distintos intermediarios 鈥攃omo Mar铆a鈥 mientras su fuente 煤ltima (Dios) quedase desconectada de nuestro coraz贸n. Estas interpretaciones afectan negativamente la adecuada comprensi贸n del encuentro 铆ntimo, directo e inmediato que la gracia realiza entre el Se帽or y el coraz贸n del creyente.[142] El hecho es que s贸lo Dios justifica.[143] S贸lo el Dios Trinidad. S贸lo 脡l nos eleva para superar la desproporci贸n infinita que nos separa de vida divina, s贸lo 脡l act煤a en nosotros su inhabitaci贸n trinitaria, s贸lo 脡l se entra帽a en nosotros transform谩ndonos y haci茅ndonos participar de su vida divina. No se honra a Mar铆a atribuy茅ndole alguna mediaci贸n en la realizaci贸n de esta obra exclusivamente divina.
El agua viva que fluye
56. No obstante, dado que Mar铆a est谩 llena de gracia, y que el bien tiende siempre a comunicarse, f谩cilmente aparece la idea de una suerte de 鈥渄esborde鈥 de la gracia que tiene Mar铆a, que s贸lo podr谩 tener un sentido adecuado si no contradice cuanto dicho hasta ahora. No presenta dificultad si se trata, sobre todo, de las formas de cooperaci贸n que ya hemos mencionado (intercesi贸n y cercan铆a materna que invitan a abrir el coraz贸n a la gracia santificante) y que el Concilio Vaticano II present贸 como una cooperaci贸n variada por parte de la creatura 芦que participa de la 煤nica fuente禄.[144]
57. El car谩cter fundamentalmente dispositivo de la cooperaci贸n de los creyentes 鈥攑rincipalmente de Mar铆a鈥 en la comunicaci贸n de la gracia, aparece plasmado en la interpretaci贸n tradicional de los 鈥渞铆os de agua viva鈥 que brotan del coraz贸n de los creyentes (cf. Jn 7,38). Aun siendo una imagen potente, que podr铆a interpretarse como si los creyentes fueran canales de una transmisi贸n perfectiva de la gracia santificante, sin embargo, los Padres de la Iglesia, a la hora de concretar c贸mo se realiza esta efusi贸n de los r铆os del Esp铆ritu, lo han plasmado en acciones de tipo dispositivo. Por ejemplo, la predicaci贸n, la ense帽anza y otras formas de transmisi贸n del don de la Palabra revelada.
58. Or铆genes lo aplica a la ciencia de las Escrituras o a la percepci贸n de sus sentidos espirituales.[145] Para san Cirilo de Alejandr铆a este desborde de aguas es la ense帽anza de los misterios de la fe[146], la 鈥減ura mistagog铆a鈥 en su sentido profundo, que no es meramente intelectual sino de disposici贸n o preparaci贸n de toda la persona.[147] San Cirilo de Jerusal茅n sostiene que es la ense帽anza de la Escritura cuando lleva a la luz.[148] San Juan Cris贸stomo se refiere a la sabidur铆a de Esteban o a la autoridad de la palabra de Pedro.[149] San Ambrosio afirma: 芦estos son los r铆os que escuchan con sus o铆dos la Palabra de Dios, y hablan, para infundir la Palabra en los corazones de cada uno禄,[150] y lo aplica de esta manera: 芦que el agua de la doctrina celestial fluya [鈥 que la savia de la palabra del Se帽or impregne (roc铆e)禄[151] los corazones de cada uno.[152] Tambi茅n para san Jer贸nimo el agua es la ense帽anza del Salvador,[153] como para san Gregorio Magno, que ense帽a adem谩s que es 芦una voluntad piadosa para con el pr贸jimo禄.[154] Estas interpretaciones, de los r铆os de agua viva que derraman los creyentes, se concentran en el conocimiento de las Escrituras y sus misterios, no se refieren, en general, a un conocimiento meramente intelectual, sino sapiencial y de iluminaci贸n del coraz贸n para abrirse a la realidad misma de los Misterios.
59. En otros Padres y Doctores de la Iglesia encontramos, tambi茅n, una explicaci贸n m谩s amplia, donde se integran, adem谩s de la predicaci贸n o la catequesis, las obras que ofrecen ayuda al pr贸jimo en sus necesidades, o un testimonio de amor. As铆, san Hilario entiende los r铆os de agua viva como las obras del Esp铆ritu Santo a trav茅s de las virtudes que act煤an para el beneficio del pr贸jimo.[155] San Agust铆n lo aplica a la 芦benevolencia, con la que se desea ayudar al pr贸jimo禄.[156] En la Edad Media se contin煤a esta perspectiva que llega hasta santo Tom谩s de Aquino, para quien los r铆os de agua viva se manifiestan porque, cuando alguien 芦se apresura a comunicar a otros diversos dones de la gracia que recibi贸 de Dios, de su seno fluyen aguas vivas禄.[157]
60. Cuando santo Tom谩s habla de los 芦diversos dones de la gracia禄 para el servicio del pr贸jimo, se refiere a los diversos dones carism谩ticos, porque 芦como se dice (1 Co 12,10), a uno se le da el don de lenguas, a otro el de curaciones, etc.禄.[158] Este aspecto tambi茅n est谩 presente en san Cirilo de Jerusal茅n, quien indica que los r铆os de agua del Esp铆ritu, que se comunican a trav茅s de los creyentes, se manifiestan cuando 芦se sirve de la lengua de unos para el carisma de la sabidur铆a; ilustra la mente de otros con el don de la profec铆a; a 茅ste le concede poder para expulsar los demonios [鈥. [El Esp铆ritu] fortalece, en unos, la templanza; en otros, la misericordia; a 茅ste ense帽a a practicar el ayuno y la vida asc茅tica禄.[159]
61. Algo semejante podemos decir con respecto a la interpretaci贸n de Jn 14,12, referido a los creyentes que realizan 鈥渙bras mayores鈥 (meizona) que las del Cristo terreno. Los creyentes participan de la obra de Cristo en cuanto ellos tambi茅n, de alg煤n modo, provocan la fe de otros con el anuncio de la Palabra. As铆 se dice expl铆citamente en Jn 17,20b: 芦los que crean en m铆 por la palabra de ellos禄. Esto mismo se sugiere en Jn 14,6-11, donde las obras de Cristo son las que manifiestan al Padre (v. 8). Las obras de los creyentes, concentradas en el anuncio del Evangelio por la palabra, se colocan en paralelismo con las obras de Cristo. Jes煤s anuncia: 芦Si hab茅is guardado mi palabra, tambi茅n guardar谩n la vuestra禄 (Jn 15,20c). Y as铆 como el que escucha la Palabra de Cristo tiene vida eterna (cf. Jn 5,24), Jes煤s anuncia que otros creer谩n a trav茅s de la palabra de los creyentes (cf. Jn 17,20). Sin embargo, esto implica no s贸lo las palabras, sino tambi茅n el testimonio elocuente de los creyentes, y por eso Jes煤s pide al Padre que los creyentes est茅n unidos para que 芦el mundo crea禄 (Jn 17,21).
Amor que se comunica en el mundo
62. El Evangelio de Juan une estrechamente la caridad fraterna a esta comunicaci贸n del bien. En efecto, la afirmaci贸n 芦si me am谩is, guardar茅is mis mandamientos禄 (Jn 14,15), es paralela a 芦el que cree en m铆, tambi茅n 茅l har谩 las obras que yo hago禄 (Jn 14,12). Cuando Cristo habla del fruto que espera de sus disc铆pulos termina identific谩ndolo con el amor fraterno (cf. Jn 15,16-17). Tambi茅n san Pablo, tras hablar sobre las diversas obras extraordinarias que pueden realizar los creyentes (cf. 1 Co 12), propone un camino m谩s excelente cuando dice 芦ambicionad los carismas mayores (ta meizona). Y a煤n os voy a mostrar un camino m谩s excelente (kath鈥檋yperbol?n)禄: el amor (1 Co 12,31; cf. 13,1). Las obras de amor al pr贸jimo, aun el trabajo cotidiano o el empe帽o por cambiar este mundo, se convierten entonces en un canal de cooperaci贸n con la obra salv铆fica de Cristo.
63. En este sentido se han expresado tambi茅n los 煤ltimos Pont铆fices. San Juan XXIII ense帽aba que 芦cuando el cristiano est谩 unido espiritualmente al divino Redentor, al desplegar su actividad en las empresas temporales, su trabajo viene a ser como una continuaci贸n del de Jesucristo, del cual toma fuerza y virtud salvadora [鈥 extender a los dem谩s los frutos de la redenci贸n禄.[160] San Juan Pablo II entend铆a esta colaboraci贸n como reconstrucci贸n, junto con Cristo, del bien que ha sido da帽ado en el mundo a causa de los pecados, porque 芦el Coraz贸n de Cristo ha querido tener necesidad de nuestra colaboraci贸n para reconstruir el bien y la belleza禄, y 芦esta es la verdadera reparaci贸n pedida por el Coraz贸n del Salvador禄.[161] El Papa Benedicto XVI sosten铆a que 芦los hombres, destinatarios del amor de Dios, se convierten en sujetos de caridad, llamados a hacerse ellos mismos instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer lazos de caridad. La Doctrina social de la Iglesia responde a esta din谩mica de caridad recibida y ofrecida禄.[162] Y el Papa Francisco ense帽贸 que, para Santa Teresa del Ni帽o Jes煤s, 芦no se trata s贸lo de permitir que el Coraz贸n de Cristo extienda la belleza de su amor en el propio coraz贸n, a trav茅s de una confianza total, sino tambi茅n que a trav茅s de la propia vida llegue a los dem谩s y transforme el mundo [鈥 y se convierte en actos de amor fraterno con los cuales curamos las heridas de la Iglesia y del mundo. De ese modo ofrecemos nuevas expresiones al poder restaurador del Coraz贸n de Cristo禄.[163]
64. Esta es la cooperaci贸n posibilitada por Cristo y suscitada por la acci贸n del Esp铆ritu que, en el caso de Mar铆a, se distingue de la cooperaci贸n de cualquier otro ser humano por el car谩cter materno que Cristo mismo le atribuy贸 en la cruz.
Criterios
65. Cualquier otro modo de comprender esta cooperaci贸n de Mar铆a en el orden de la gracia, especialmente si se pretende atribuir a Mar铆a alguna forma de intervenci贸n o de instrumentalidad perfectiva o de causalidad segunda en la comunicaci贸n de la gracia santificante,[164] deber铆a prestar especial atenci贸n a algunos criterios ya insinuados en la Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium:
a) Debemos reflexionar c贸mo Mar铆a favorece nuestra uni贸n 芦inmediata禄[165] con el Se帽or, que 脡l mismo produce al conferir la gracia, y que s贸lo de Dios podemos recibir[166], pero sin entender la uni贸n con Mar铆a como m谩s inmediata que la de Cristo. Este riesgo est谩 presente, sobre todo, en la idea de que Cristo nos entrega a Mar铆a como un instrumento o causa segunda perfectiva en la comunicaci贸n de su gracia.
b) El Concilio Vaticano II ha remarcado que 芦todo el influjo salv铆fico de la Sant铆sima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino benepl谩cito禄.[167] Este influjo s贸lo puede pensarse desde la libre decisi贸n de Dios quien, aunque su propia acci贸n es desbordante y sobreabundante, quiere asociarla libre y gratuitamente a su obra. Por eso no es l铆cito presentar la acci贸n de Mar铆a como si 脡l la necesitara para obrar la salvaci贸n.
c) Debemos entender la mediaci贸n de Mar铆a no como un complemento para que Dios pueda obrar plenamente, con mayor riqueza y hermosura, sino 芦de tal manera que no quite ni a帽ada nada a la dignidad y a la eficacia de Cristo, 煤nico Mediador禄.[168] Al explicar la mediaci贸n de Mar铆a se debe resaltar que Dios es el 煤nico Salvador, que aplica exclusivamente los m茅ritos de Jesucristo, los 煤nicos necesarios y completamente suficientes para nuestra justificaci贸n. Mar铆a no reemplaza al Se帽or en algo que 脡l no haga (no quita ni a帽ade). Si en la comunicaci贸n de la gracia ella no a帽ade nada a la mediaci贸n salv铆fica de Cristo, no debe pensarse en Mar铆a como instrumento primario de esa donaci贸n.[169] Si ella acompa帽a una acci贸n de Cristo, por obra del mismo Cristo, de ning煤n modo debe entenderse como paralela. M谩s bien, siendo asociada a 脡l es Mar铆a la que recibe de su Hijo un regalo que la sit煤a m谩s all谩 de ella misma, porque se le concede acompa帽ar la obra del Se帽or con su car谩cter materno. Volvemos entonces al punto m谩s seguro: la contribuci贸n dispositiva de Mar铆a donde s铆 puede pensarse en una acci贸n en la que ella aporta algo propio en cuanto 芦pueda disponer de alg煤n modo禄[170] a otros. Porque 芦pertenece a la potencia suprema el conducir al fin 煤ltimo, mientras que las potencias inferiores ayudan a la consecuci贸n de este fin disponiendo禄.[171]
66.Todo lo anteriormente dicho no ofende ni humilla a Mar铆a, porque todo su ser est谩 referido a su Se帽or. 芦Proclama mi alma la grandeza del Se帽or禄 (Lc 1, 46). Para ella no hay otra gloria que la de Dios. Siendo Madre, redobla su gozo viendo c贸mo Cristo manifiesta la belleza inagotable y sobreabundante de su gloria sanando, transformando y llenando de s铆 los corazones de esos hijos a los que ella ha acompa帽ado en su camino hacia el Se帽or. Por lo tanto, una mirada dirigida a ella que nos distraiga de Cristo, o la ponga al mismo nivel del Hijo de Dios, quedar铆a fuera de la din谩mica propia de una fe aut茅nticamente mariana.
Las gracias
67. Algunos t铆tulos, como por ejemplo el de Mediadora de todas las gracias, tienen l铆mites que no facilitan la correcta comprensi贸n del lugar 煤nico de Mar铆a. De hecho, ella, la primera redimida, no puede haber sido mediadora de la gracia recibida por ella misma. Este no es un detalle menor, porque manifiesta algo central: que tambi茅n en ella el don de la gracia la precede y procede de la iniciativa absolutamente gratuita de la Trinidad, en atenci贸n a los m茅ritos de Cristo. Ella, como todos nosotros, no ha merecido su justificaci贸n por alguna acci贸n suya precedente,[172] pero tampoco por alguna acci贸n posterior.[173] Tambi茅n para Mar铆a, la amistad con Dios por la gracia ser谩 siempre gratuita. Su figura preciosa es testimonio supremo de la receptividad creyente de quien, m谩s y mejor que nadie, se abri贸 con docilidad y plena confianza a la obra de Cristo, y al mismo tiempo es el mejor signo de la potencia transformadora de esa gracia.
68. Por otro lado, el t铆tulo antes mencionado corre el peligro de ver la gracia divina como si Mar铆a se convirtiera en una distribuidora de bienes o energ铆as espirituales en desconexi贸n con nuestra relaci贸n personal con Jesucristo. Sin embargo, la expresi贸n 鈥済racias鈥, referida a la materna ayuda de Mar铆a en distintos momentos de la vida, puede tener un sentido aceptable. El plural expresa todos los auxilios, aun materiales, que el Se帽or puede regalarnos escuchando la intercesi贸n de la Madre; auxilios que, a su vez, disponen los corazones para abrirse al amor de Dios. De este modo Mar铆a, como madre, tiene una presencia en la vida cotidiana de los fieles muy superior a la cercan铆a que pueda tener cualquier otro santo.
69. Ella, con su intercesi贸n, puede implorar para nosotros los impulsos internos del Esp铆ritu Santo que llamamos 鈥済racias actuales鈥. Se trata de aquellos auxilios del Esp铆ritu Santo que operan tambi茅n en los pecadores para disponerlos a la justificaci贸n,[174] y tambi茅n en los ya justificados por la gracia santificante, para estimularlos al crecimiento. En este sentido preciso debe interpretarse el t铆tulo de 鈥淢adre de la gracia鈥. Ella humildemente colabora para que abramos el coraz贸n al Se帽or, que es el 煤nico que puede justificarnos con la acci贸n de la gracia santificante, es decir, cuando 脡l derrama en nosotros su vida trinitaria, habita en nosotros como amigo y nos hace part铆cipes de su vida divina. Esto es exclusivamente obra del mismo Se帽or, pero no excluye que, a trav茅s de la acci贸n materna de Mar铆a, puedan llegar a los fieles aquellas palabras, im谩genes y est铆mulos diversos que les ayuden a seguir adelante en la vida, a disponer el coraz贸n para la gracia que el Se帽or infunde o a crecer en la vida de la gracia, recibida gratuitamente.
70. Estas ayudas que nos llegan del Se帽or se nos presentan con un aspecto materno, cargadas de la ternura y de la cercan铆a de la Madre que Jes煤s ha querido compartir con nosotros (cf. Jn 19,25-28). Mar铆a desarrolla as铆 una acci贸n singular para ayudarnos a abrir el coraz贸n a Cristo y a su gracia santificante que eleva y sana. Cuando ella se comunica haciendo llegar diversas 鈥渕ociones鈥, estas deben entenderse siempre como est铆mulos para abrir nuestras vidas al 脷nico que obra en lo m谩s 铆ntimo de nuestro ser.
Nuestra uni贸n con Mar铆a
71. El Concilio prefiri贸 llamar a Mar铆a 芦Madre en el orden de la gracia禄[175], que expresa mejor la universalidad de la cooperaci贸n materna de Mar铆a y que es innegable en un sentido preciso: ella es la Madre de Cristo, que es la Gracia por excelencia y el Autor de toda gracia.
72. Esta maternidad de Mar铆a en el orden de la gracia 鈥攓ue brota del misterio pascual de Cristo鈥 implica tambi茅n que cada disc铆pulo establece con Mar铆a 芦una relaci贸n 煤nica e irrepetible禄. San Juan Pablo II hablaba de una 芦dimensi贸n mariana de la vida de los disc铆pulos de Cristo禄, que se expresa como 芦respuesta al amor de una persona y, en concreto, al amor de la madre禄.[176] La vida de la gracia incluye nuestra relaci贸n con la Madre. La uni贸n con Cristo por la gracia nos une al mismo tiempo a Mar铆a en una relaci贸n hecha de confianza, ternura y afecto sin reservas.
La primera disc铆pula
73. Ella es 芦la primera disc铆pula, la que ha aprendido mejor las cosas de Jes煤s禄.[177] Mar铆a es la primera de aquellos que 芦oyendo la Palabra de Dios, la cumplen禄 (Lc 11,28); es la primera en colocarse entre los humildes y pobres del Se帽or para ense帽arnos a esperar y recibir, con confianza, la salvaci贸n que s贸lo viene de Dios. Mar铆a 芦se convert铆a as铆, en cierto sentido, en la primera 鈥disc铆pula鈥 de su Hijo, la primera a la cual parec铆a decir: 鈥淪铆gueme鈥 antes a煤n de dirigir esa llamada a los ap贸stoles o a cualquier otra persona (cf. Jn 1,43)禄.[178] Ella es modelo de fe y caridad para la Iglesia por su obediencia a la voluntad del Padre, su cooperaci贸n a la obra redentora de su Hijo y su apertura a la acci贸n del Esp铆ritu Santo.[179] Por eso dijo san Agust铆n que 芦m谩s es para Mar铆a ser disc铆pula de Cristo que haber sido madre de Cristo禄.[180] Y el Papa Francisco insisti贸 en que 芦es m谩s disc铆pula que madre禄.[181] Mar铆a es, en definitiva, 芦la primera y la m谩s perfecta disc铆pula de Cristo禄.[182]
74. Mar铆a es, para todo cristiano, 芦la primera que 鈥渉a cre铆do鈥, y precisamente con esta fe suya de esposa y de madre quiere actuar sobre todos los que se entregan a ella como hijos禄.[183] Y lo hace con un cari帽o lleno de signos de cercan铆a que les ayudan a crecer en la vida espiritual, ense帽谩ndoles a dejar que la gracia de Cristo act煤e m谩s y m谩s. En esta relaci贸n de afecto y confianza, ella, que es la 鈥渓lena de gracia鈥, ense帽a a cada cristiano a recibir la gracia, a conservar la gracia recibida y a meditar la obra que Dios est谩 haciendo en sus vidas (cf. Lc 2,19).
75. En el caso de presuntos fen贸menos sobrenaturales, que hayan recibido un juicio positivo por parte de la Iglesia, donde aparezcan algunas de las expresiones o t铆tulos como los anteriormente citados se tendr谩 en cuenta que 芦en el caso que se conceda por parte del Dicasterio un Nihil obstat [鈥, tales fen贸menos no se convierten en objeto de fe 鈥攅s decir, los fieles no est谩n obligados a darles un asentimiento de fe禄.[184]
Madre del Pueblo fiel
76. 芦Mar铆a, la primera disc铆pula, es la Madre禄.[185] En la cruz, Cristo nos entrega a Mar铆a, y as铆 芦脡l nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre禄.[186] Ella es la Madre creyente que se ha vuelto 芦Madre de todos los creyentes禄[187], y al mismo tiempo es 芦la Madre de la Iglesia evangelizadora禄[188], que nos acoge as铆 como ha querido convocarnos Dios, no s贸lo como individuos aislados sino como Pueblo que camina[189]: 芦nuestra Madre Mar铆a siempre quiere caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesi贸n y su amor禄.[190] Ella es la Madre del Pueblo fiel, que 芦camina en medio de su pueblo, movida por una ternura amorosa, y asume sus angustias y vicisitudes禄.[191]
El amor se detiene, contempla el misterio, disfruta en silencio
77. El Pueblo fiel no se aleja de Cristo, ni del Evangelio, cuando se acerca a ella, sino que es capaz de leer 芦en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio禄.[192] Porque en ese rostro materno ve reflejado al Se帽or que nos busca (cf. Lc 15,4-8), que viene a nuestro encuentro con los brazos abiertos (cf. Lc 15,20), que se detiene frente a nosotros (cf. Lc 18,40), que se inclina y nos levanta contra su mejilla (cf. Os 11,4), que nos mira con amor (cf. Mc 10,21) y que no nos condena (cf Jn 8, 11; Os 11,9). En su rostro materno muchos pobres reconocen al Se帽or que 芦derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes禄 (Lc 1,52). Ese rostro de mujer canta el misterio de la Encarnaci贸n. En ese rostro de la Madre, traspasada por la espada (cf. Lc 2,35), el Pueblo de Dios reconoce el misterio de la cruz, y en ese mismo rostro, ba帽ado por la luz pascual, percibe que Cristo est谩 vivo. Y ella, la que recibi贸 el Esp铆ritu Santo en plenitud, es quien sostiene a los ap贸stoles en oraci贸n en el cen谩culo (cf. Hch 1,14). Por eso podemos decir que, 芦en cierto modo la fe de Mar铆a, sobre la base del testimonio apost贸lico de la Iglesia, se convierte sin cesar en la fe del pueblo de Dios en camino禄.[193]
78. Como dec铆an los obispos latinoamericanos, los pobres 芦encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de Mar铆a. En ella ven reflejado el mensaje esencial del Evangelio禄.[194] El Pueblo simple y pobre no separa a la Madre gloriosa de la Mar铆a de Nazaret, que encontramos en los Evangelios. Al contrario, reconoce la sencillez detr谩s de la gloria, y sabe que Mar铆a no ha dejado de ser una de ellos. Es la que, como cualquier madre, llev贸 en el vientre a su hijo, le dio de mamar, lo crio con cari帽o con la ayuda de san Jos茅, y no le faltaron los sobresaltos y las dudas de la maternidad (cf. Lc 2,48-50). Es la que canta al Dios que 芦a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vac铆os禄 (Lc 1,53), que sufre con los novios que se quedan sin vino para su fiesta (cf. Jn 2,3), que sabe correr para dar una mano a su prima que la necesita (cf. Lc 1,39-40 ), que se deja lastimar, como atravesada por una espada, a causa de la historia de su pueblo, donde su hijo es 芦signo de contradicci贸n禄 (Lc 2,34), que comprende lo que es ser migrante o exiliado (cf. Mt 2,13-15), que en su pobreza s贸lo puede ofrecer dos pichones de paloma (cf. Lc 2,24) y que sabe lo que es ser despreciada por ser de la familia del pobre carpintero (cf. Mc 6,3-4). Los pueblos sufrientes reconocen a Mar铆a caminando codo a codo con ellos y por eso buscan a su Madre para implorar su ayuda.[195]
79. La cercan铆a de la Madre produce una piedad mariana 鈥減opular鈥, que tiene expresiones diversas en los distintos pueblos. Los variados rostros de Mar铆a 鈥攃oreano, mexicano, congole帽o, italiano y tantos otros鈥 son formas de inculturaci贸n del Evangelio que reflejan, en cada lugar de la tierra, 芦la ternura paterna de Dios禄[196] que llega hasta las entra帽as de nuestros pueblos.
80. Contemplemos la fe del Pueblo de Dios, donde multitudes de hermanos creyentes reconocen espont谩neamente a Mar铆a como Madre, tal como Cristo mismo nos propuso en la cruz. Al Pueblo de Dios le gusta peregrinar a los diferentes santuarios marianos, donde encuentra consuelo y fortaleza para salir adelante, como quien, en medio del cansancio y el dolor, recibe la caricia de su Madre. La Conferencia de Aparecida supo expresar con claridad y belleza el hondo valor teologal de esta experiencia. Nada mejor que terminar esta Nota con esas palabras:
芦Destacamos las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. All铆, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisi贸n de partir hacia el santuario ya es una confesi贸n de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercan铆a de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. Tambi茅n se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sue帽os. La s煤plica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresi贸n de un coraz贸n que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual禄.[197]
Madre del Pueblo fiel, ruega por nosotros.
El Sumo Pont铆fice Le贸n XIV, el d铆a 7 de octubre de 2025, Memoria Lit煤rgica de la Sant铆sima Virgen del Rosario, ha aprobado la presente Nota, deliberada en la Sesi贸n Ordinaria de este Dicasterio, con fecha 26 de marzo de 2025, y ha ordenado su publicaci贸n.
Dado en Roma, en la sede del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el 4 de noviembre de 2025, Memoria Lit煤rgica de san Carlos Borromeo.
V铆ctor Manuel Card. Fern谩ndez
Prefecto
Mons. Armando Matteo
Secretario
para la Secci贸n Doctrinal
Leo PP. XIV
7 de octubre de 2025
[1] Consejo Episcopal Latinoamericano, V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, 13-31 de mayo de 2007), n. 265. Citado en el n. 78 de esta Nota.
[2] Cf. S. Agust铆n, De sancta virginitate, 6: PL 40, 399.
[3] Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fen贸menos sobrenaturales (17 mayo 2024): AAS 116 (2024), 771-794.
[4] En algunos de estos fen贸menos, o apariciones, la Virgen Mar铆a es denominada con t铆tulos como Corredentora, Redentora, Sacerdote, Mediadora, Mediadora de todas las gracias, Madre de la gracia, Madre espiritual, etc.
[5] Cf. S. Pablo VI, Exhort. ap. Marialis cultus (2 febrero 1974), n. 26: AAS 66 (1974), 136-139.
[6] Cf. Ibid., n. 28: AAS 66 (1974), 139-141.
[7] Cf. Ibid., n. 37: AAS 66 (1974), 148-149.
[8] S. Juan Pablo II, Audiencia general (9 abril 1997), n. 3: L鈥橭sservatore Romano, 10 abril 1997, 4.
[9] Francisco, Homil铆a del Jubileo extraordinario de la Misericordia: Santa Misa y apertura de la Puerta santa (8 diciembre 2015): AAS 108 (2016), 8.
[10] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 26: AAS 79 (1987), 396.
[11] La relaci贸n que aparece en los textos de san Pablo entre Ad谩n y Cristo (Rm 5,18-19 y 1 Co 15,22) sirvi贸 a los Santos Padres para establecer el paralelo Eva-Mar铆a. Por ejemplo, S. Justino, Dialogus cum Tryphone, 100, 5-6: PG 6, 710CD-711A; S. Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III, 22, 4: PG 7/1, 959C-960A; Tertuliano, De carne Christi, 17, 5: PL 1, 782B. Ese paralelismo antit茅tico Eva-Mar铆a es el primer acercamiento de los Santos Padres al tema de la cooperaci贸n de la Virgen en la obra redentora de Cristo: si Eva trajo la perdici贸n, la fe de Mar铆a nos trajo la salvaci贸n. La gran abundancia de testimonios en la patr铆stica, sobre el tema de la Virgen como nueva Eva, ofrece elementos interesantes desde el punto de vista teol贸gico: a) Mar铆a y la mujer, porque en Mar铆a la mujer retoma su esplendor primitivo y encuentra su cumplimiento definitivo; b) Mar铆a y Cristo como esposa-socia, que constituye con su Hijo el binomio ejemplar y salv铆fico de la recapitulaci贸n o restauraci贸n mesi谩nica; c) Mar铆a y la Iglesia, estableci茅ndose en Mar铆a una doble relaci贸n con la Iglesia, la de ejemplaridad, como prototipo, y la de Madre de la Iglesia.
[12] S. Agust铆n, De sancta virginitate, 6: PL 40, 399.
[13] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 31: AAS 79 (1987), 402-403.
[14] Por ejemplo,cf. S. Efr茅n, Hymni de Nativitate: SC 459; S. Juan Damasceno, In dormitionem Deiparae I, 8: SC 80, 100-104.
[15] Por ejemplo, cf. Octo毛chus magnus, Roma 1885, 152: 芦Por ti hemos llegado a ser part铆cipes de la naturaleza divina, oh siempre Virgen, Theot贸kos, pues diste a luz para nosotros al Dios encarnado. Por eso, como es justo, todos con devoci贸n te alabamos禄 (trad. del original griego del Theotokion del Kathisma po茅tico despu茅s de la primera stasis). Otro ejemplo, m谩s significativo, de expresi贸n devocional mariana es el c茅lebre Hymnus Akathistos (del V siglo), en 24 estrofas; el t铆tulo significa simplemente que se escucha de pie, no sentado, como se escucha el Evangelio en se帽al de especial reverencia a la Virgen-Madre Mar铆a, a la cual el poeta adorna con los m谩s bellos adjetivos y met谩foras simb贸licas pidi茅ndole que acepte su ofrenda po茅tica e interceda por la salvaci贸n del g茅nero humano del pecado terrenal: cf. E.M. Toniolo, O.S.M., Akathistos Inno alla Madre di Dio, Roma 2017.
[16] El testimonio m谩s antiguo de este t铆tulo procede de Egipto y data del siglo III. Cf. Papyrus 470 de la John Rylands Library (Manchester, UK) que transmite en griego gran parte de la invocaci贸n mariana. La versi贸n latina de esta oraci贸n dice: 芦Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genetrix. Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta禄.
[17] Las representaciones iconogr谩ficas tradicionales de la Virgen siguen una serie de modelos estables, en particular: la Od?gh?tria, que muestra con la mano 鈥渆l camino鈥 hasta su hijo Jesucristo en su regazo; la Eleousa, la Ternura, donde se muestra el 铆ntimo v铆nculo entre la Madre y el Hijo que apoya su rostro en el de Mar铆a y la Platytera, la m谩s grande de los cielos, porque lleva a Cristo en s铆 misma, representando al Jes煤s ni帽o en su pecho. De estos tres modelos deriva la mayor铆a de los dem谩s, como la Galaktotrophousa, que alimenta con su leche al Ni帽o; la Kyri?tissa o Se帽ora, que sostiene al Ni帽o en sus rodillas como un trono; la Panagia, o Toda Santa, vestida con manto rojo que expresa la plenitud de la santidad; o la De?sis, que aparece a la derecha de su Hijo entronizado en majestad (Pantokrat?r) intercediendo, junto a san Juan el Bautista, a la izquierda, por nosotros. En otros iconos Mar铆a aparece en intercesi贸n junto con los dem谩s santos, muchas veces con san Juan el Bautista, como 煤ltimos representantes de la Antigua Alianza y, al mismo tiempo, como los primeros miembros del nuevo pueblo.
[18] Cf. Benedicto XVI, Audiencia general (27 mayo 2009): L鈥橭sservatore Romano, 28 mayo 2009, 1; S. Gregorio De Narek, Prex 26 et 80: Ad Deiparam: SC 78, 160-164, 428-432.
[19] Autores orientales como Santiago de Sarug (鈥 521), san Romano el Cantor (鈥 555-562), san Juan Damasceno (鈥 749) y Juan Ge贸metra (鈥 1000) hab铆an ya abordado el tema de la cooperaci贸n de Mar铆a en el sacrificio redentor de Cristo en la cruz.
[20] Cf. S. Bernardo de Claraval, In Purificationem Deiparae, III, 2: PL 183, 370C.
[21] Cf. Arnaldo de Bonneval, De laudibus B. M. Virginis I, 3c. 12, 4: PL 189, 1727A.
[22] En el magisterio anterior al Concilio Vaticano II destacan: P铆o IX, Const. ap. Ineffabilis Deus (8 diciembre 1854): Pontificis Maximi Acta. Pars prima, Roma 1854, 597-619; Le贸n XIII, Carta enc. Iucunda semper expectatione (8 septiembre 1894): ASS 27 (1894-1895),177-184; Id., Carta enc. Adiutricem populi (5 septiembre 1895): ASS 28 (1895-1896), 129-136; S. P铆o X, Carta enc. Ad diem illum laetissimum (2 febrero 1904): ASS 36 (1903-1904), 453; Benedicto XV, Carta ap. Inter sodaliciaa la Cofrad铆a de Ntra. Sra de la Buena Muerte (22 marzo 1918): AAS 10 (1918), 182; P铆o XI, Carta enc. Miserentissimus Redemptor (8 mayo 1928): AAS 20 (1928), 165-178; P铆o XII, Carta enc. Mystici corporis Christi (29 junio 1943): AAS 35 (1943), 193-248; Id., Carta enc. Ad caeli Reginam (11 octubre 1954): AAS 46 (1954), 634-635.
[23] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 56: AAS 57 (1965), 60.
[24] Cf. P铆o IX, Const. ap. Ineffabilis Deus (8 diciembre 1854): Pontificis Maximi Acta. Pars prima, Roma 1854, 616: (DH 2803): 芦la beat铆sima Virgen Mar铆a fue preservada inmune de toda la mancha de culpa original en el primer instante de su concepci贸n por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atenci贸n a los m茅ritos de Jesucristo Salvador del g茅nero humano禄; Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 53: AAS 57 (1965), 58: 芦Redimida de la manera m谩s sublime en atenci贸n a los m茅ritos de su Hijo禄.
[25] Cf. S. Ambrosio, Exp. Evangelii secundum Lucam, II, 7: PL 15, 1555.
[26] Cf. Francisco, 脕ngelus en la Solemnidad de la Asunci贸n de la Sant铆sima Virgen Mar铆a (15 agosto 2013): L鈥橭sservatore Romano, 17-18 agosto 2013, 8.
[27] S. Pablo VI, Exhort. ap. Marialis cultus (2 febrero 1974), n. 25: AAS 66 (1974), 135.
[28] No es simplemente una 鈥渕adre-nodriza鈥. Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 20: AAS 79 (1987), 384-387.
[29] Benedicto XVI, Homil铆a en la Concelebraci贸n eucar铆stica con los nuevos cardenales y entrega del anillo cardenalicio (25 marzo 2006): AAS 98 (2006), 330; cf. S. Pablo VI, Exhort. ap. Signum magnum (13 mayo 1967), n. 5: AAS 59 (1967), 469: 芦Mar铆a, en cuanto supo por la voz del 谩ngel Gabriel que Dios la hab铆a elegido como Madre sin temor de su Hijo Unig茅nito, sin demora dio su asentimiento a una obra que comprometer铆a todas las energ铆as de su fr谩gil naturaleza declarando: 鈥He aqu铆 la esclava del Se帽or; h谩gase en m铆 seg煤n tu palabra鈥 (Lc 1,38)禄.
[30] H.U. von Balthasar, Teodram谩tica. Las personas del drama: el hombre en Cristo, Vol. 3, Madrid 1993, 274; cf. S. Cirilo de Alejandr铆a, Ep. II ad Nestorium: DH 251: 芦De esta manera ellos [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar Madre de Dios a la santa Virgen禄; Conc. Ecum. de 脡feso, can. 1: DH 252.
[31] Por lo que sabemos hasta hoy, esto tuvo lugar en el siglo XV, de mano de un himn贸grafo benedictino, que nos leg贸 la siguiente oraci贸n manuscrita, conservada en el monasterio de san Pedro de Salzburgo: 芦Pia dulcis et benigna / nullo prorsus luctu digna / si fletum hinc eligeres / ut compassa Redemptori / captivato transgressori / tu corredemptrix fieres禄. 芦P铆a dulce y benigna / que de ning煤n dolor eres digna / si de aqu铆 el llanto extirpas / copaciente con el Redentor / para el esclavo transgresor / t煤 ser谩s Corredentora禄: De compassione BMV, 20: G.M. Dreves (ed.), Analecta Hymnica Medii Aevi, XLVI, Leipzig 1905, n. 79, 127.
[32] Los te贸logos entienden el t铆tulo de corredentora de modo diverso: a) Cooperaci贸n inmediata, cristot铆pica, o maximalista, que sit煤a la cooperaci贸n de Mar铆a como pr贸xima, directa e inmediata a la Redenci贸n misma (Redenci贸n objetiva). En este sentido los m茅ritos de Mar铆a, si bien subordinados a los de Cristo, tendr铆an valor redentor para la salvaci贸n; b) Cooperaci贸n mediata, o minimalista, que estar铆a limitada al 鈥渟铆鈥 de la Anunciaci贸n. Se tratar铆a de una cooperaci贸n mediada, que hace posible la Encarnaci贸n como paso previo a la Redenci贸n; c) Cooperaci贸n inmediata receptiva o eclesiot铆pica, cooperando a la Redenci贸n objetiva en el sentido que ella acept贸 los frutos del sacrificio redentor del Salvador representando a la Iglesia. Una cooperaci贸n inmediata pero receptiva, pues Mar铆a simplemente acept贸 la Redenci贸n de Cristo, convirti茅ndose en la 鈥減rimera Iglesia鈥.
[33] Bajo el Pontificado de san P铆o X el t铆tulo de Corredentora se aparece en un documento de la Sagrada Congregaci贸n de Ritos y dos del Santo Oficio. Cf. Sagrada Congregaci贸n de Ritos, Dolores Virginis Deiparae (13 mayo 1908): ASS 41 (1908), 409; Sagrada Congregaci贸n del Santo Oficio, Decreto Sunt Quos Amor (26 junio 1913): AAS 5 (1913), 364, que alaba la costumbre de a帽adir al nombre de Jes煤s el nombre 芦de su madre, corredentora nuestra, la bienaventurada Mar铆a禄; Id., Oraci贸n indulgenciada (22 enero 1914): AAS 6 (1914), 108, en la que se llama a Mar铆a 芦corredentora del g茅nero humano禄. El primero de los Papas en usar el t茅rmino Corredentora es P铆o XI en el Breve del 20 de julio de 1925, dirigi茅ndose a la Reina del Rosario de Pompeya: P铆o XI, Ad B.V.M. a sacratissimo Rosario in Valle Pompeiana, en Sacra Paenitentiaria Apostolica, Enchiridion Indulgentiarum, Roma 1952, n. 628: 芦Recuerda tambi茅n que en el Calvario quedaste constituida la Corredentora, cooperando con la crucifixi贸n de tu coraz贸n a la salvaci贸n del mundo, juntamente con tu Hijo crucificado禄; cf. Id., Discurso 鈥淓cco di nuovo鈥 a un grupo de peregrinos de Vicenza (30 noviembre 1933): L鈥橭sservatore Romano, 1 diciembre 1933, 1.
[34] Cf. Id., Radiomensaje con motivo de la clausura del A帽o Santo de la Redenci贸n en Lourdes (28 abril 1935): L鈥橭sservatore Romano, 29-30 abril 1935, 1.
[35] Cf. Id., Ad B.V.M. a sacratissimo Rosario in Valle Pompeiana, en Sacra Paenitentiaria Apostolica, Enchiridion Indulgentiarum, Roma 1952, n. 628.
[36] Cf. S. Juan Pablo II, Audiencia general (10 diciembre 1980): L鈥橭sservatore Romano, 11 diciembre 1980, 2; Id., Audiencia general (8 septiembre 1982): L鈥橭sservatore Romano, 10 septiembre 1982, 2; Id., 脕ngelus (4 noviembre 1984): L鈥橭sservatore Romano, 5-6 noviembre 1984, 7; Id., Homil铆a en el Santuario de Nuestra Se帽ora de la Alborada en Guayaquil, Ecuador (31 enero 1985): L鈥橭sservatore Romano, 2 febrero 1985, 6; Id., 脕ngelus del Domingo de Ramos (31 marzo 1985): L鈥橭sservatore Romano, 1-2 abril 1985, 10; Discurso a los Peregrinos de la 鈥淥pera Federativa Trasporto Ammalati a Lourdes鈥 (OFTAL) (24 marzo 1990): L鈥橭sservatore Romano, 25 marzo 1990, 4; Id., 脕ngelus (6 octubre 1991): L鈥橭sservatore Romano, 7-8 octubre 1991, 7. Despu茅s de la Feria IV, de la entonces Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, del 21 de febrero de 1996, san Juan Pablo II no volver谩 a usar el t铆tulo de Corredentora. Tambi茅n es importante se帽alar que ese t铆tulo no aparece en la Carta enc铆clica Redemptoris Mater del 25 de marzo de 1987, que es el documento, por excelencia, en el que san Juan Pablo II explica el papel de Mar铆a en la obra de la Redenci贸n.
[37] J. Ratzinger, Verbal de la Feria IV del 21 de febrero 1996, en Archivo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
[38]J. Ratzinger - P. Seewald, Dios y el Mundo. Una conversaci贸n con Peter Seewald, Madrid 2005, 287-288.
[39] Francisco, Homil铆a en la Fiesta de Nuestra Se帽ora de Guadalupe (12 diciembre 2019): AAS 112 (2020), 9.
[40] Id., Meditaciones diarias. La Dolorosa, disc铆pula y madre (3 abril 2020): L鈥橭sservatore Romano, 4 abril 2020, 8.
[41] Id., Audiencia general (24 marzo 2021): L鈥橭sservatore Romano, 24 marzo 2021, 8.
[42] P铆o XII, Carta enc. Haurietis Aquas (15 mayo 1956), n. 10: AAS 48 (1956),321.
[43] Cf. S. Andr茅s de Creta, In Nativitatem Mariae, IV: PG 97, 865A.
[44] Cf. S. Germ谩n de Constantinopla, In annuntiationem s. Deiparae: PG 98, 322BC.
[45] Cf. S. Juan Damasceno, In dormitionem Deiparae, I: PG 96, 712B-713A.
[46] El 12 de enero de 1921, Benedicto XV, a petici贸n del Card. D茅sir茅-Joseph Mercier, concedi贸 a toda B茅lgica el Oficio y la Misa de Santa Mar铆a Virgen 鈥淢ediadora de todas las gracias鈥, para que se celebrasen el 31 de mayo. La Sede Apost贸lica concedi贸 posteriormente, a otras muchas di贸cesis y congregaciones religiosas, previa petici贸n, el mismo Oficio y Misa: cf. AAS 13 (1921), 345.
[47] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965), 63; Pontificia Academia Mariana Internacional, 芦驴Un nuevo dogma mariano?禄: L鈥橭sservatore Romano, 4 junio 1997, 10: 芦la Constituci贸n Lumen gentium, que tras una meditada elecci贸n no contiene la definici贸n dogm谩tica de la mediaci贸n, fue aprobada con 2.151 votos favorables sobre 2.156 electores [鈥 y apenas 33 a帽os despu茅s de la promulgaci贸n de la Lumen gentium [鈥 el panorama eclesial, teol贸gico y exeg茅tico no ha cambiado sustancialmente禄. Esta afirmaci贸n de la Pontificia Academia Mariana Internacional se sumaba a la Declaraci贸n de la Comisi贸n teol贸gica creada en el marco del XII Congreso Mariol贸gico Internacional (Czestochowa, 12 al 24 de agosto de 1996) que consider贸 inadecuado proceder con la definici贸n dogm谩tica de Mar铆a como 鈥渕ediadora鈥, 鈥渃orredentora鈥 y 鈥渁bogada鈥. Cf. Comisi贸n Teol贸gica del Congreso de Czestochowa, Petici贸n de la definici贸n del dogma de Mar铆a Mediadora, Corredentora y Abogada. Declaraci贸n de la Comisi贸n teol贸gica del Congreso de Czestochowa: L鈥橭sservatore Romano, 4 junio 1997, 10.
[48] S. Pablo VI, Discurso en la Clausura de la III Sesi贸n del Concilio Vaticano II (21 noviembre 1964): AAS 56 (1964), 1014.
[49] Cf. S. Bernardo de Claraval, Hom. in laudibus Virginis Matris, IV, 8: PL 183, 83CD-84AB.
[50] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn. 55-62: AAS 57 (1965), 59-63.
[51] Cf. Ibid., nn. 53, 56, 61, 63: AAS 57 (1965), 59; 60; 63; 64.
[52] Cf. Ibid., nn. 60, 62, 63, 65: AAS 57 (1965), 62; 63; 64; 65
[53] Ibid., n. 62: AAS 57 (1965), 63.
[54] Cf. Francisco, Audiencia general (24 marzo 2021): L鈥橭sservatore Romano, 24 marzo 2021, 8.
[55] Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Declaraci贸n Dominus Iesus (6 agosto 2000), n. 13: AAS 92 (2000), 754-755.
[56] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965), 63.
[57] Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Declaraci贸n Dominus Iesus (6 agosto 2000), n. 14: AAS 92 (2000), 755.
[58] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 1: AAS 57 (1965), 5; Francisco, Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 112: AAS 105 (2013), 1066.
[59] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 65: AAS 57 (1965), 64-65; Francisco, Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 288: AAS 105 (2013) 1136.
[60] Or铆genes, Hom. in Numeros, XII, 1: PG 12, 657.
[61] S. Ambrosio, Ep. 11, 24: PL 16, 1106D.
[62] Sto. Tom谩s de Aquino, Super Ioannem, cap. 7, lect. 5.
[63] Cf. P铆o IX, Const. ap. Ineffabilis Deus (8 diciembre 1854): Pontificis Maximi Acta. Pars prima, Roma 1854, 616 (DH 2803): 芦por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atenci贸n a los m茅ritos de Jesucristo Salvador del g茅nero humano禄.
[64]Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 38: AAS 79 (1987), 411.
[65] Cf. Ibid., n. 21: AAS 79 (1987), 387-389.
[66] Cf. Ibid., n. 23:AAS 79 (1987), 390-391.
[67] Francisco, Meditaciones diarias. La Dolorosa, disc铆pula y madre (3 abril 2020): L鈥橭sservatore Romano, 4 abril 2020, 8.
[68] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn. 55-62: AAS 57 (1965), 59-63.
[69] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 44: AAS 79 (1987), 421.
[70] Cf. S. Pablo VI, Discurso en la Clausura de la III Sesi贸n del Concilio Vaticano II (21 noviembre 1964):AAS 56 (1964), 1015: 芦Mar铆a, pues, como Madre de Cristo, es Madre tambi茅n de los fieles y de todos los pastores; es decir, de la Iglesia禄; Catecismo de la Iglesia Cat贸lica, n. 963.
[71] S. Pablo VI, Exhort. ap. Marialis cultus (2 febrero 1974), n. 22: AAS 66 (1974), 133.
[72] Cf. H.U. von Balthasar, Teodram谩tica. Las personas del drama: el hombre en Cristo, Vol. 3, Madrid 1993, 307.
[73] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 56: AAS 57 (1965), 60: 芦se entreg贸 totalmente a s铆 misma, como esclava del Se帽or, a la persona y a la obra de su Hijo. Con 茅l y en dependencia de 茅l, se puso, por la gracia de Dios todopoderoso, al servicio del misterio de la Redenci贸n禄.
[74] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 23: AAS 79 (1987), 391.
[75] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 69:AAS 57 (1965), 66: 芦Madre de Dios y Madre de los hombres禄.
[76] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 38: AAS 79 (1987), 411; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 61: AAS 57 (1965), 63. El contenido de la Maternidad espiritual de Mar铆a est谩 presente en los textos m谩s tempranos de la patr铆stica y tiene su fundamento b铆blico sobre todo en el evangelio de San Juan, m谩s concretamente en la escena de la cruz.
[77] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 21: AAS 79 (1987), 388: 芦se manifiesta como nueva maternidad seg煤n el esp铆ritu y no 煤nicamente seg煤n la carne, o seala solicitud de Mar铆a por los hombres, el ir a su encuentro en toda la gama de sus necesidades禄.
[78] Cf. Francisco, Homil铆a en la Solemnidad de Santa Mar铆a, Madre de Dios. 53陋 Jornada Mundial de la Paz (1 enero 2020): AAS 112 (2020), 19.
[79] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 38: AAS 79 (1987), 411-412; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965), 63.
[80] Cf. S. Juan Pablo II, Audiencia general (9 abril 1997), n. 2: L鈥橭sservatore Romano, 10 abril 1997, 4: 芦La participaci贸n de Mar铆a se realiz贸 durante el acontecimiento mismo y en calidad de madre; por tanto, se extiende a la totalidad de la obra salv铆fica de Cristo禄.
[81] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 60: AAS 57 (1965), 62; Catecismo de la Iglesia Cat贸lica, n. 970.
[82] Cf. Francisco, Audiencia general (24 marzo 2021): L鈥橭sservatore Romano, 24 marzo 2021, 8: 芦[Mar铆a] se帽ala al Mediador: ella es la Od?g?tria. En la iconograf铆a cristiana su presencia est谩 en todas partes, y a veces con gran protagonismo, pero siempre en relaci贸n al Hijo y en funci贸n de 脡l. Sus manos, sus ojos, su actitud son un 鈥渃atecismo鈥 viviente y siempre apuntan al fundamento, el centro: Jes煤s. Mar铆a est谩 totalmente dirigida a 脡l禄.
[83] S. Juan Pablo II, Carta ap. Rosarium Virginis Mariae (16 octubre 2002), n. 4: AAS 95 (2003), 8; que cita Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 66:AAS 57 (1965), 65.
[84] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965), 63:芦funci贸n subordinada de Mar铆a禄.
[85] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 40: AAS 79 (1987),414-415.
[86] Cf. ib铆d. n. 43: AAS 79 (1987), 420.
[87] Cf. Francisco, Discurso con motivo del Rezo del Santo Rosario en la Bas铆lica de Santa Mar铆a la Mayor (4 mayo 2013): L鈥橭sservatore Romano, 6-7 mayo de 2013, 7.
[88] Le贸n XIV, Homil铆a en el Jubileo de la Santa Sede (9 junio 2025): L鈥橭sservatore Romano, 10 junio 2025, 2.
[89] Cf. Francisco, Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 285: AAS 105 (2013), 1135.
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[90] Id., Carta enc.
Dilexit nos (24 octubre 2024), n. 176:
AAS 116 (2024), 1424.
[91] Cf. Id., Audiencia general (18 noviembre 2020): L鈥橭sservatore Romano, 18 noviembre 2020, 11.
[92] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 21: AAS 79 (1987), 388-389.
[93] Cf. Francisco, Homil铆a en la Solemnidad de Santa Mar铆a, Madre de Dios (1 enero 2024): AAS 116 (2024), 20.
[94] J.L. Guerrero Rosado, Nican Mopohua: Aqu铆 se cuenta鈥 el gran acontecimiento, Cuautitl谩n 2003, nn. 23, 119.
[95] S. Juan Pablo II, Audiencia general (13 agosto 1997), n. 4: L鈥橭sservatore Romano, 14 agosto 1997, 4.
[96] Francisco, Homil铆a en la Fiesta de Nuestra Se帽ora de Guadalupe (12 diciembre 2022): AAS 115 (2023), 53; cf. Id., Homil铆a en la Fiesta de Nuestra Se帽ora de Guadalupe (12 diciembre 2023): AAS 116 (2024), 12.
[97] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 8: AAS 57 (1965), 11; Francisco, Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), n. 96: AAS 116 (2024), 1398.
[98] Cf. J. Ratzinger, Verbal de la Feria IV del 21 de febrero 1996, en Archivo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
[99] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 21: AAS 79 (1987), 389. Este car谩cter de intercesi贸n de la mediaci贸n materna de Mar铆a es una ense帽anza constante de los 煤ltimos Papas. Cf. P铆o IX, Const. ap. Ineffabilis Deus (8 diciembre 1854): Pontificis Maximi Acta. Pars prima, Roma 1854, 597-619; Le贸n XIII, Carta enc. Adiutricem populi (5 septiembre 1895): ASS 28 (1895-1896), 129-136; S. P铆o X, Carta enc. Ad diem illum (2 febrero 1904): ASS 36 (1903-1904), 455; P铆oXII, Carta enc. Ad Caeli Reginam (11 octubre 1954), n. 17:AAS 46 (1954), 636.
[100] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965), 63.
[101] S. Agust铆n, De peccatorum meritis et remissione et de baptismo parvulorum, I, 11, 13: CSEL 60, 14.
[102] Id., Sermo 23/A: CCSL 41, 322.
[103] Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 114, a. 6, co.
[104] Conc. Ecum. de Trento, Sessio VI: Decretum de iustificatione, 7: DH 1530.
[105] P铆o IX, Const. ap. Ineffabilis Deus (8 diciembre 1854): Pontificis Maximi Acta. Pars prima, Roma 1854, 616.
[106] Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 113, a. 9, co.
[107] Ibid., q. 114, a. 6, ad 3.
[108] Ibid., q. 114, a. 5, co.
[109] Cf. Ibid., q. 114, a. 1, co.
[110] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 21: AAS 79 (1987), 389.
[111]Cf. Francisco, Audiencia general (8 junio 2016): L鈥橭sservatore Romano, 9 junio 2016, 8.
[112] Cf. Id., Audiencia general (24 marzo 2021): L鈥橭sservatore Romano, 24 marzo 2021, 8; Catecismo de la Iglesia Cat贸lica, n. 2674.
[113] Cf. Francisco, Palabras en el Rezo del Santo Rosario (31 mayo 2013): L鈥橭sservatore Romano, 2 junio 2013, 8.
[114] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 61: AAS 57 (1965), 63.
[115] Catecismo de la Iglesia Cat贸lica, n. 2003.
[116] Ibid., n. 1999.
[117] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 114, a. 1, co.;Quaestiones disputatae de Veritate, 27, a. 3, ad 10.
[118] Cf. Id., Summa Theologiae, III, q. 64, a. 1, co.: 芦[鈥 solus Deus illabitur animae禄.
[119] Cf. Conc. Ecum. de Trento, Sessio VI. Decretum de iustificatione, 7: DH 1528-1531; Ibid., Canones de iustificatione, 11: DH 1561.
[120] Cf. S. Tom谩s de Aquino, Quaestiones disputatae de Veritate, q. 28, a. 2, ad 8; Summa contra gentiles, II, cap. 98, n. 18; Ibid., III, cap. 88, n. 6.
[121] Cf. Id., Quaestiones disputatae de Veritate, q. 27, a. 3, s.c. 5.
[122] Id., Summa Theologiae, III, q. 64, a. 1, co.
[123] Entre otros, Genadio de Marsella, De ecclesiasticis dogmatibus, 83: PL 58, 999B. Tambi茅n S. Juan Casiano, Collationes, VII, 13: PL 49, 683A. Adem谩s, Didymus Caecus, De Spiritu Sancto, 60: PL 23, 158C.
[124] Cf. S. Buenaventura, Collationes in Hexaemeron, XXI, 18: Opera Omnia, V, Quaracchi 1891, 434.
[125] Cf. Id., Sententiarum Lib. I, d.14, a. 2, q. 2, ad 2: Opera Omnia, I, Quaracchi 1891, 250.
[126] Cf. Ibid., q. 2, fund. 3, 251.
[127] Cf. Ibid., q. 2, fund. 4 y 8, 251-252.
[128] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 33, a. 3; Ibid., III, q. 23, a. 4.
[129] Id., Compendium theologiae, I, n. 215; cf. Id., Summa Theologiae, III, q. 2, a. 10.
[130] Id., Summa Theologiae, III, q. 8, a. 5, co.; cf. Ibid., q. 2, a. 12; q. 7, a. 9; q. 48, a. 1.
[131] Id., Compendium theologiae, I, n. 214.
[132] Id., Quaestiones disputatae de Veritate, q. 29, a. 5, co.
[133] Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Declaraci贸n Dominus Iesus (6 agosto 2000), n. 10: AAS 92 (2000), 750-751; cf. Francisco, Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), nn. 59-63: AAS 116 (2024), 1386-1387.
[134] Conc. Ecum. Vat. II, Cons. past. Gaudium et spes, n. 22: AAS 58 (1966), 1042-1043.
[135] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 112, a. 1, co.
[136] Cf. Id., Super Ioannem, cap. 1, v. 16, lectio 10; Summa Theologiae, I-II, q. 112, a. 1, ad 1.
[137] Id., Compendium theologiae, I, n. 214.
[138] Dante Alighieri, Paradiso, XXXIII, 1.
[139] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn. 60, 62: AAS 57 (1965), 62-63; Sto.Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, III, q. 26.
[140] Missale Romanum ex Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate S. Pauli PP. VI promulgatum S. Ioannis Pauli PP. II cura recognitum, editio typica tertia, Typis Vaticanis 2008, 879.
[141] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 60: AAS 57 (1965), 62.
[142] Cf. Catecismo de la Iglesia Cat贸lica, n. 2002.
[143] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 25, a. 3, ad 4. El justificar, como el crear, 芦puede ser hecho inmediatamente s贸lo por Dios禄.
[144] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965), 63.
[145] Cf. Or铆genes, Hom. in Genesim, XIII, 3-4: PG 12, 232B-234CD.
[146] Cf. S. Cirilo de Alejandr铆a, Comm. in Ioannem, II, 4, 13-14: PG 73, 300C.
[147] Cf. Id., Comm. in Isaiam, V, II, 55, 1-2: PG 70, 1220A.
[148] Cf. S. Cirilo de Jerusal茅n, Catechesis mystagogica XVI, 11: PG 33, 932C.
[149] Cf. S. Juan Cris贸stomo, Hom. in Ioannem, 51, 1: PG 59, 283.
[150] S. Ambrosio, Explanatio Psalmorum XII, Ps. 48, 4, 2: PL 14, 1157A.
[151] Id., De Noe, 19, 70: PL 14, 395A.
[152] Cf. Id., Explanatio Psalmorum XII, Ps. 48, 4, 2: PL 14, 1157A.
[153] Cf. S. Jer贸nimo, Comm. in Zachariam, III, 14, 8.9: PL 25, 1528 C.
[154] S. Gregorio Magno, Hom. in Ezechielem, I, 10, 6: PL 76, 888B.
[155] Cf. S. Hilario, Tractatus in Psalmos, 64, 14: PL 9, 421B.
[156] S. Agust铆n, In Ioannis Evangelium, 32, 4: PL 35, 1643D.
[157] Sto. Tom谩s de Aquino, Super Ioannem, cap. 7, lect. 5.
[158] Ib铆d.; cf. Id., Summa Theologiae, II-II, q. 178, a. 1, s. c.
[159] S. Cirilo de Jerusal茅n, Catechesis mystagogica XVI, 12: PG 33, 933B.
[160]S. Juan XXIII, Carta enc. Mater et Magistra (15 mayo 1961): AAS 53 (1961), 462.
[161] S. Juan Pablo II, Carta al Prep贸sito general de la Compa帽铆a de Jes煤s, Paray-le-Monial (5 de octubre de 1986): L鈥橭sservatore Romano, 6 octubre 1986, 7; citado por Francisco, Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), n. 182: AAS 116 (2024), 1427.
[162]Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), n. 5: AAS 101 (2009), 643.
[163]Francisco, Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), nn. 198, 200: AAS 116 (2024), 1432.
[164] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 5, a. 6, co. y ad 1; Id., Quaestiones disputatae de Veritate, q. 27, a. 3, s.c. 5. Los argumentos que usaba santo Tom谩s de Aquinopara explicar por qu茅 ninguna criatura puede conferir la gracia, sino solamente Dios, no pueden considerarse superados, ni al interno de su propia obra ni posteriormente.
[165] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 60: AAS 57 (1965), 62; cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 25, art. 3, ad 4; Id., Scriptum super Sententiis, II, d. 26, q. 1, a. 2, co; Ibid., IV, d. 5, q. 1, a. 3, qc. 1, ad 1.
[166] Cf. Id., Quaestiones disputatae de Veritate, q. 27, a. 3, s. c. 5. Una vez m谩s recordamos que: 芦Sed mentem, in qua est gratia, nulla creatura illabitur禄.
[167] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 60: AAS 57 (1965), 62.
[168] Ibid., n. 62: AAS 57 (1965), 63.
[169] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa contra gentiles, lib. 2, cap. 21, n. 7. Un instrumento contribuye con algo propio: 芦Omne agens instrumentale exequitur actionem principalis agentis per aliquam actionem propriam et connaturalem sibi禄.
[170] Ibid., lib. 3, cap. 147, n. 6; cf. Id., Summa Theologiae, I, q. 45, a. 5, co.
[171] Id., Summa Theologiae, I-II, q. 5, a. 6, ad 1.
[172] Cf. Conc. Ecum. de Trento, Sessio VI. Decretum de iustificatione, 8: DH 1532.
[173] Cf. Sto. Tom谩s de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 114, a. 5, co.: 芦El hombre que ya est谩 en gracia, no es posible que merezca la gracia que ya tiene禄. Si bien el justificado puede merecer un crecimiento en la vida de la gracia, el hecho de estar justificado, de ser amigo de Dios por la gracia, ser谩 siempre absolutamente gratuito.
[174]Aquello que santo Tom谩s de Aquino llama 鈥渄isposici贸n final鈥, simult谩nea al derramamiento de la gracia santificante, es obra inmediata de la misma gracia. Se trata de 芦la disposici贸n final, a la que necesariamente sigue la forma禄: Sto.Tom谩s de Aquino, Sententia Metaphysicae, lib. 5, lect. 2, n. 5; cf. Id., Scriptum super Sententiis, I, d. 17, q. 2, a. 3, co.; Summa contra gentiles, lib. 2, cap. 19, n. 6; Compendium theologiae, I, n. 105.
[175] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 61: AAS 57 (1965), 63.
[176] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 45: AAS 79 (1987), 422-423.
[177] Francisco, Audiencia general (18 noviembre 2020): L鈥橭sservatore Romano, 18 noviembre 2020, 11.
[178] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 20: AAS 79 (1987), 387.
[179] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 53:AAS 57 (1965), 58-59.
[180] S. Agust铆n, Sermo 72/A, 7: CCSL 41Ab, 117.
[181] Francisco, Audiencia general (24 marzo 2021): L鈥橭sservatore Romano, 24 marzo 2021, 8.
[182] S. Pablo VI, Exhort. ap. Marialis cultus (2 febrero 1974), n. 35: AAS 66 (1974), 147.
[183] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 46: AAS 79 (1987), 424.
[184] Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fen贸menos sobrenaturales (17 mayo 2024), n. 12: AAS 116 (2024), 782.
[185] Francisco, Audiencia general (16 febrero 2022): L鈥橭sservatore Romano, 16 febrero 2022, 2.
[186] Id., Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 285: AAS 105 (2013), 1134-1135.
[187] Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), n. 42: AAS 98 (2006), 252.
[188] Francisco, Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 284: AAS 105 (2013),1134.
[189] Cf. Ibid., n. 113: AAS 105 (2013), 1067.
[190] Le贸n XIV, Primera Bendici贸n Apost贸lica 鈥淯rbi et Orbi鈥 (8 mayo 2025): L鈥橭sservatore Romano, 9 mayo 2025, 3.
[191] Francisco, Mensaje para la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud (15 agosto 2022): AAS 114 (2022), 1255.
[192] Id., Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 285: AAS 105 (2013), 1135.
[193] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 28: AAS 79 (1987), 398.
[194] Consejo Episcopal Latinoamericano, V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, 13-31 de mayo de 2007), n. 265.
[195] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 marzo 1987), n. 35: AAS 79 (1987), 407.
[196] Francisco, Homil铆a en la Solemnidad de Santa Mar铆a, Madre de Dios (1 enero 2024): AAS 116 (2024), 20.
[197] Consejo Episcopal Latinoamericano, V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, 13-31 de mayo de 2007), n. 259.