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"San José y el trabajo" | |||
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Comienzo con dos ocurrencias previas. La primera es mÃa: la mayor parte de las representaciones de San José (pienso singularmente en las estampas) lo dibujan como un hombre mayor, un anciano. Quizá será por el prejuicio de que asà se asegura la virginidad de MarÃa. Tengo para mà que, en el desposorio con Nuestra Señora, José tendrÃa la edad que tenÃan todos los jóvenes de Israel en esa época, cuando se casaban. Si MarÃa tenÃa 15 años, José tendrÃa 18. La segunda ocurrencia es de San Francisco de Sales, quien sostiene que José está en cuerpo y alma en el Cielo. Lo cierto es que la tradición no ha identificado nunca un sepulcro de San José, que hubiera sido un sitio de peregrinación. LA PERSONALIDAD La personalidad de San José está resumida en un término bÃblico. En el Evangelio según San Mateo (1,19) se lo llama “justo†(dÃkaios). Hay que entender esta palabra según su significado en el Antiguo Testamento, donde resulta un tÃtulo de totalidad, de plenitud. A diferencia del valor que adquiere en la cultura griega (Aristóteles, por ejemplo), en la que se señalan cuatro “virtudes cardinalesâ€:prudencia, justicia, fortaleza y templanza. José es padre de Jesús: asà se lo consideraba. En el episodio de la pérdida y el hallazgo del Niño (12 años) en el templo, MarÃa dice: “Tu padre y yo te buscábamos angustiadosâ€. Jesús responde: ¿No sabÃan que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre? (Lc 2, 49) (en tois tou patros mou). ¿Cómo habrá sentido José ese contraste: tu padre – mi Padre? Pero el texto de Lucas añade que ellos no entendieron (ou syn?kan) lo que les quiso decir. SU VIRGINIDAD La virginidad de San José es una realidad del Nuevo Testamento; acompaña la virginidad de MarÃa. La expresión sexual es una señal del matrimonio. El Apóstol Pablo indicaba a los fieles que es posible abstenerse de ella para orar, pero advertÃa tener cuidado de no ser tentado a una especie de defraudación. La oración de José es la adoración de Dios, tal como aparece en los Salmos; él habrá iniciado al Niño Jesús en el aprendizaje de la adoración. Su oración es silenciosa, interior, que se desliza mientras trabaja. De acuerdo con la realidad de la Encarnación es razonable pensar que José educaba a Jesús, ya que hacÃa las veces de padre, como que era un reflejo y representante del eterno Padre. Jesús le estaba sujeto, al igual que a su Madre (Lc 2, 51: en hipotassomenos autois). José sostenÃa a MarÃa y Jesús con su trabajo. Este dato colorea la figura de San José, que en la tradición cristiana aparece como un modelo de trabajador, de artesano. En el Nuevo Testamento, el trabajo se constituye en un rasgo fundamental de los discÃpulos de Cristo. El Apóstol Pablo puede exhortar: “El que no quiera trabajar, que no coma†(2 Tes 3, 10). En el orden secular, desde fines del siglo XIX, el trabajo constituye una realidad social, en la que pueden verificarse la justicia o la injusticia. Asà surgen el derecho de los trabajadores y el “DÃa del Trabajoâ€. La dimensión bÃblica y religiosa ha desaparecido; las ideologÃas han tomado su relieve. En ese contexto, la Doctrina Social de la Iglesia contiene un capÃtulo sobre la cuestión del trabajo; asà aparece en las encÃclicas pontificias, en mensajes y discursos. El trabajo se observa como una realidad humana y un objeto de derecho. La devoción a San José intenta devolver al trabajo su valor religioso; la imagen de San José lleva consigo los instrumentos de su artesanÃa, y lo presenta como un carpintero. (*) Obispo emérito de La Plata Nota de opinión publicada en La Prensa el 5 de abril de 2025. |